Embarazada De Un Mujeriego Egocéntrico
Embarazada De Un Mujeriego Egocéntrico
Por: Gigi
Capítulo 1: Problemas de dinero

Eran las nueve de la noche, el cansancio era a tal puno que solo quería llegar a la casa para tirar su uniforme por algún rincón. Por parte de su novio, sabe que le reclamará por llegar y solo querer dormir, pero si era totalmente sincera, no estaba en condiciones de escuchar sus quejas. No malinterpreten, Rachel ama a Samuel, pero en estos momentos el cansancio solo grita que se lance sobre la cama.

Grande es la desgracia, lo que debía ser una noche tranquila, se ha transformado en la peor. Su novio en vez de recibirla con una linda sonrisa o alguna queja, le revela una verdad que su cerebro no logra comprender.

—¡¿Qué debes cuánto?!

—Rachel cálmate, sé que se escucha mal, pero es la realidad y necesito de tu ayuda para salir de este problema.

—¡No me pidas que me calme! ¡Es el colmo que hasta ahora me hagas saber tu situación financiera y de paso que sea debido al juego!

—Se que tengo un problema, lo admito. Bebé— Samuel intentó tomar sus manos con delicadeza y ella las alejó con frustración. —Bebé, te prometo que luego de pagar el dinero, no me volveré a involucrar con ese tipo de gente y menos volveré a jugar.

—¡¿Acaso te estás escuchando?!

—Rachel.

—¡¿De dónde pretendes que saque 50 millones?!

—Se que se escucha desorbitante, pero puedes pedirle prestado al banco, a la aerolínea que te adelante un par de pagos o ¿Qué tal tus ahorros?

El corazón de Rachel se estruja de escuchar sus ahorros, hasta ahora no tenía mucho dinero ahorrado. En un principio le ayudó a su padre a comprar el vivero que llevaba mucho tiempo trabajando y que pretendían cerrar, ahora su padre tiene su propio negocio y vive en paz. Con ese gasto no le ha quedado ni para ayudarle a Samuel con la mitad, su cuenta de ahorra solo contaba con 10 millones ahorrados.

—¿Yo al banco? ¿Y por qué no lo haces tú?

—Ya te dije, he malgastado mi dinero y ahora mis cuentas están bloqueadas y el banco no me hará ningún préstamo.

—No puede ser.

Dice frustrada, todo iba de mal en peor. El problema no era solo la deuda, sino al tipo de gente a la cuál Samuel le debía dinero. Se había puesto a apostar con gente que no tiene buen proceder y ahora debe esa cantidad y cómo si eso no bastara, su vida también corría peligro.

—Ayúdame Rachel, el banco si te hará el préstamo a ti.  

—¿Estás loco? No quiero endeudarme con el banco por esa cantidad, además…— recordó sus ahorros y su alma se apretuja. —Mis ahorros son para comprarme mi casa y aún hay muy poco.

—¿Casa? Pero si esta es tu casa.

—¿Mi casa? Lo dudo, con tu situación no me sorprendería si mañana mismo nos viene a sacar el banco.

—Rachel por favor, ahora más que nunca te necesito, amor.

Samuel la abraza y ella se siente sin fuerzas. La situación es compleja y se sale de sus manos, siente muchas ganas de gritarle muchas cosas, pero se contiene. Era una pérdida de tiempo ante el problema, aparte de que sus sentimientos eran fuertes. Amaba demasiado a este idiota para dejarlo a su suerte, así que debía hallar una manera de ayudarlo.

—Bien, tomaré mis ahorros y veré cómo consigo el resto.

—¡Gracias bebé! — Samuel la apretuja entre sus brazos. —Te juro que no volveré a apostar.

Su sonrisa es débil ante la lluvia de besos por parte de él.

Esa noche Rachel no pudo dormir, su agotamiento se esfumó ante esta noticia tan asfixiante. Había intentado comunicar con la aerolínea, con mucha pena les había pedido adelantado una parte de su sueldo; algo que claramente no se lo dieron. Habló con sus amigas si podían echarle una mano en esto, pero por mucho cariño que ellas le tenían, no accedieron, pues creía que Rachel se desperdiciaba por un poco hombre como Samuel.

Dos días pasaron y hasta ahora no había conseguido nada, al decir que necesitaba 40 millones, sus conocidos se extrañaban y demandaban saber qué había pasado para que ella pida esa cantidad, al hacerle saber, todos dijeron “No”

Estresada se deja caer sobre la cama del hotel, había hecho un viaje a Italia y ahora estaba en sus horas de descanso. Las cuales no podían disfrutar por su gran problema, pese a que sus amigas le piden que se olvide de eso por hoy, ella no puede hacer a un lado que la vida de Samuel corre peligro.

—Ese idiota solo te está usando Rachel, abre los ojos— le recrimina Lola.

—Lola tiene razón, Rachel. Por más que la situación se vea tan grave, no creo en nada en lo que Samuel te dice— Dalia le entrega la razón a su amiga, que mira con desaprobación a Rachel.

—Chicas no creo que me esté mintiendo, sé que no creen en él y lo entiendo. En un principio era un patán, pero ha cambiado y no sería capaza de mentirme a esta magnitud.

—Rachel no puedes endeudarte hasta el cuello para salvarle el trasero, cada que se mete en problemas tú lo ayudas. Samuel está lo suficientemente grandecito para hacerse cargo de sus problemas.

—Lola, él y yo somos una pareja. Se supone que debemos apoyarnos mutuamente.

—Si, pero tu pareja no debería tirarte al frente para que arregles todo.

Rachel suspira frustrada y entierra su cara en la almohada, su cabeza empezaba a doler, estaba claro que de este tema jamás iba a llegar a un buen fin con sus amigas.

—El ambiente está demasiado tenso, lo mejor será que salgamos a despejarnos la mente.

Propone Dalia y Lola asiente tras suspirar y tomar su toalla para meterse en la ducha. Rachel piensa en la propuesta de su amiga y niega, no tenía ánimos de disfrutar de la hermosa ciudad, cuando su novio estaba en la casa encerrado y preocupado por su vida.

—Vamos Rachel, estamos en Italia. No podemos quedarnos encerradas.

—Dalia no es un buen momento, lo sabes. Sabes que estoy preocupada y angustiada por Samuel.

—Yo creo que ya ha sido mucho Samuel, por hoy— Dalia toma las manos de su amiga. —Solo por esta noche, piensa en ti y solo en ti ¿Sí?

—Dalia.

—¿Por nosotras?

Rachel se da por vencida y accede a salir con sus amigas esta noche.

Esperó a que Lola saliera del baño y de ahí se metió ella, tomó ropa de su maleta, la cual no llegó a usar, porque gracias a Lola; quién parece cargar un armario en su pequeña maleta. Le ha prestado un vestido fucsia brilloso, de escote caído y espada descubierta. Esperaron a Dalia, quién no tardó mucho en alistarse y las tres salieron, no sin antes avisarles a los pilotos que saldrían a pasear un rato.

Caminaron hasta el antro más cercano del hotel, fue una caminata de diez minutos, al llegar al establecimiento ingresan disfrutando de la música. Rachel decide relajarse y les sonríe a sus amigas cuando la llevan directo a la pista, bailan un par de canciones, para luego ir a la barra. Compran una botella de Whisky y toman una mesa, destapan la botella, listas para hacer el primer brindis de la noche.

Dalia toma la botella y sirve en los tres vasos frente a ella.

—Por una noche inolvidable y…— mira al grupo de muchachos que les han echado el ojo a ellas. —Por los hombres sexys de Italia.

El grupo de chicas sonríen y beben de un golpe, sienten cómo el licor quema sus gargantas y tosen ante el nivel del alcohol. Tienen una charla mientras siguen bebiendo, entre esas ocasiones, uno de los chicos de la otra mesa, invita a bailar a Dalia. Rachel y Lola le sonríen a su amiga cuando la ven perderse en la pista, ambas se sumergen en su charla con respecto al trabajo, pero no pasaría mucho hasta que otro hombre se acerca y se lleva a Lola.

En medio de su soledad, Rachel no puede evitar en volver a pensar en el problema. Su celular justamente vibra y se trataba de un mensaje de Samuel.

“Amor ¿Cómo vas? ¿Ya conseguiste el dinero? No quiero presionarte, pero esa gente está merodeando la casa”

Los nervios la consumen y bebe con prisa otro trago, mira su entorno y no puede evitar sentirse peor. Ella aquí bebiendo una botella cara, de fiesta con sus amigas y su novio estaba siendo intimidado.

—¿Se encuentra bien?

Le pregunta un mesero que pasó por su lado.

—No, estoy bien. Muchas gracias por preocuparse por mí.

—¿Está segura? Si necesita algo por favor dígamelo para poder ayudarla.

—A menos que me puedas prestar 40 millones chilenos, no, no puedes ayudarme.

—Siempre el mayor problema del ser humano es el dinero— dice el chico con gracia al sentarse frente a ella. —Lastimosamente no puedo prestarle dinero y menos esa cantidad.

—Es entendible.

—Aparte de que ni la conozco.

—Y aun así me estás ofreciendo ayuda.

—Es política del establecimiento, si vemos a alguien mal debemos acercarnos a ayudar. Él jefe quiere brindar un lugar seguro para sus clientes.

—Eso es muy bueno— responde sin mucho interés.

—Mire tal vez yo no pueda darle el dinero, pero conozco un tipo que paga por una noche.

Rachel se queda impactada por sus palabras, no cree que este chico le está dando la opción de acotarse son un extraño, para conseguir dinero. No ella no podía hacer algo como eso.

—¿Qué estás insinuando? — pregunta arisca.

—No quiero ofenderla, pero si es de extrema emergencia el dinero, creo que es buena opción— Rachel mira su celular recordando el mensaje de Samuel de hace unos minutos. —Además, no es feo si es lo que te preocupa, ni viejo. Es guapo y las mujeres siempre esperan a que él venga para poder tener su atención.

—¿Y ese hombre me daría lo que necesito? — pregunta sintiendo sus ojos arder.

—Si.

—¿Y él está aquí?

—Si y la ha estado mirando toda la noche.

Rachel se impresiona, mira a su alrededor, pero no ve a nadie. Alza su mirada al segundo piso y su mirada de conecta con la de un hombre de figura imponente. Él le sonríe de forma sombría, Rachel aparta la mirada y mira de nuevo al mesero que sonríe con sutileza.

—¿Es alguien peligroso?

—No que yo sepa, pero tranquila, que de las mujeres que se han metido con él, siempre regresan. Así que no debe preocuparse, porque le pase algo.

Rachel asiente, él mesero se levanta y continúa con su trabajo. Ella queda indecisa, vuelve a mirar hacia arriba, él seguía ahí, relame sus labios al escanearla de pies a cabeza y su cuerpo se eriza.

Se cuestiona y debía llegar a este punto, sabe que la situación es grave, pero esto… Era demasiado, llegar al punto de acostarse con alguien por dinero, no es algo que había pensado jamás. Su cabeza es un martirio, toma su celular y decide llamar a su novio, no quiere hacer esto, no sin antes hablarlo con él, aunque guardando una gota de esperanza en Samuel, era claro que iba a decir que no.

—¿Amor?

—Samuel ¿Cómo estás? ¿Todo bien en casa?

—Si, no debe preocuparte. Vinieron aquí y me dijeron que a más tardar quieren el dinero el viernes.

—Demonios.

—¿Qué vamos hacer? Ya es martes y aún no tenemos el dinero.

Rachel se muerde su labio ansiosa, mira de nuevo hacia arriba, él seguí ahí, pero esta vez ya no la estaba mirando. Estaba con su mirada fija en una chica que hablaba con él, al parecer siente su mirada y la mira de reojo sonriendo.

—Creo que encontré la manera de conseguir el dinero.

—¡¿De verdad?! ¡Amor esa es una buena noticia!

—Si, pero, lo que debo hacer no es algo que quiera hacer.

—¿Qué debes hacer?

—Acostarme con un hombre.

—Hazlo.

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