Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa rápida respuesta de Samuel y poco táctil, la toman por sorpresa. No puede creer lo que estaba oyendo, él de verdad quería que ella llegara a ese punto para conseguir el dinero ¿A caso no sentía rabia?
—¿Qué?
—Es algo con lo que puedo vivir, en esta situación no me puedo poner celoso.
—Pero Samuel, ¿De verdad me estás pidiendo que me acueste con otro? ¿No te importa ni siquiera un poco cómo me siento yo?
—Amor claro que me importa, sé que no es grato para ti, menos para mí, pero se trata de mi vida. Si no les devuelvo el dinero, me van a matar.
—Esto, esto es demasiado.
—Solo no lo beses ni lo mires, acabará pronto y a penas llegues borraré cada huella que se viejo te haya dejado.
—No sé si pueda.
—Si puedes amor, piensa en nosotros.
Sin poder decir más, Rachel cuelga. Mira su celular y seca con rapidez sus lágrimas.
De verdad había guardado esperanzas para escuchar a Samuel decir “No” Que no iba a permitir que ella se acueste con otro, pero así de fácil la había entregado a un hombre para conseguir el dinero.
Mira hacia dónde se encuentra sus amigas, ellas disfrutan de bailar y hablar con sus bailarines. Entregándose al abismo, Rachel se levanta de la mesa, bebe lo que queda de la botella y camina hacia las escaleras que le llevarían a una noche desconocida, a estar en la cama de un hombre que jamás ha conocido y esto solo la llena de más nervios y miedo.
Sube al segundo piso, área de la zona vip.
Él chico de antes la nota y la ayuda a pasar, le entrega una copa de Martini, la cuál Rachel intenta tomar con calma, pero en menos de dos sorbos la copa ya estaba vacía. Ansiosa camina entre las personas, tropieza y cae sobre las piernas de aquel hombre, la chica que hablaba antes con él, se molesta de ver que este hombre no hace nada aparte de mirar a Rachel. La desconocida se marcha furiosa, ambos quedan solos, Rachel tiene la mirada baja. No sabe que es lo primero que deben salir de sus labios.
—Pensé que no subirías.
Dice con su voz gruesa que le eriza la piel, posa su mano en las piernas de Rachel, metiéndola sutilmente bajo el vestido.
—¿Me estabas esperando?
—Digamos que sí.
Él se inclina hacia su cuello, pasa su lengua por encima de ella y deja una leve mordedura. Rachel contiene la respiración, mira a todos lados y a nadie parece importarle la actitud de este hombre.
—Antes de que hagas cualquier cosa— dice ella deteniendo la mano de aquél desconocido, que pretendía llegar más a fondo. —Quiero que sepas que no he venido aquí para estar contigo sin tener algo a cambio.
Aquel hombre se ríe tras exhalar.
—Dinero.
Rachel permanece en silencio, sinceramente no se sentía para nada bien haciendo esto.
—¿Cuánto quieres por dejar follar ese hermoso trasero?
—40 millones, pero en pesos chilenos.
Él se sorprende de la cantidad solicitada, era una locura, no le había pagado nada parecido a ninguna mujer. Cree que es un chiste y se ríe, pero ante su seriedad, puede comprender que es real la cantidad que pide.
—¿40? ¿Qué? ¿Acaso me vas hacer un truco de magia en pleno sexo?
—Te dejaré hacer lo que quieras.
—¿Lo que quiera?
—Si.
—¿Y si quiero cogerte aquí? Con toda esta gente a nuestro alrededor.
La pregunta toma desprevenida a Rachel, espera que este hombre no esté hablando en verdad, pero a ese punto ya no podría llegar.
—Te estás excediendo.
—Tu fuiste la que me dio libre albedrío.
Vuelve a meter su mano debajo del vestido, le excita que no traiga short abajo, solo es cuestión de correr su braga y su mano ya puede tener contacto directo con su zona intima. Saca su mano para mojar sus dedos y volverlos a meter, los roza contra sus labios vaginales y se abre paso entre ellos para introducirlos. Rachel intenta mantener la compostura, mira a todos lados, pero todos estaban sumergidos en sus mundos.
—Bueno ¿Qué tal si te quiero coger en el balcón de mi departamento?
—Lo haré.
—¿Y si en el carro…?
—Lo haré, pero no aquí.
Dice intentando contener sus gemidos, no quiere disfrutar nada de esto, pero este hombre estaba haciendo de un desastre dentro suyo y no estaba bien, de alguna manera sentía que le estaba fallando a Samuel; pese a que él sabe lo que estaba sucediendo.
Él sonríe satisfecho con su respuesta, saca sus dedos de esa cueva que se muere por romper. Miras sus dedos mojados y los lleva a los labios de ella, Rachel traga saliva nerviosa, pero aun así separa sus labios dejando salir su lengua para lamerlos. Aquel hombre siente como todo dentro de él explota, debía sacar a esa mujer ahora mismo de aquí.
Rachel se recompone de camino a la salida, él la lleva de la mano hasta el auto. El camino es silencioso, no había hecho algún movimiento como ella esperaba, lo que provocaba que estuviera más ansiosa. Al entrar en la suite camina con duda, siente su presencia detrás suya, esas manos gruesas se posan sobre su cadera y aprietan tan firme, al momento que él muerde su hombre.
—Estás muy tensa.
Dice con fastidio, se aleja y toma asiento en el sillón frente a ella. Afloja su corbata y deja extendidos sus brazos por encima del respaldo. Analiza a Rachel esperando que haga algún movimiento, no le provocaba nada el verla tan tiesa.
—Si no vas hacer nada, mejor vete.
—No— se apresuró a decir.
Rachel respiró profundamente, debía tomar la iniciativa y hacer lo mejor para que él no se retracte y la saque de su suite.
—¿Entonces?
Rachel toma los bordes de sus vestidos, lo alza hasta sacarlo de su cuerpo. Recuerda la petición de Samuel, pero estaba segura de que este hombre no aceptaría ninguna petición con la cantidad de dinero que le ha pedido. No pretende arriesgarse estando aquí, debía tener una sola cosa en mente y todo terminará rápido.
Camina con sutileza se arrodilla frente a él y sus ojos arden, apoya sus manos en las rodillas, lo mira directamente a sus ojos y él la analiza con cuidado.
—Cambia esa expresión, no te estoy obligando a estar aquí.
Rachel se derrumba y cubre su rostro sintiendo angustia.
—Lo siento, me estoy esforzando, pero aún me es difícil hacer esto.
—Entonces si no quieres hacer esto.
—¡Si quiero!
No quería, pero la vida de Samuel estaba en juego y si salía de aquí sin ese dinero, se vería en una situación tan complicada de la cual no habría escapatoria.
Ese hombre se ríe por su expresión tan desesperada, la ayuda a poner se pie, para luego dejarla sobre su regazo. Le pide abrir muy bien sus piernas y relajarse, Rachel hace lo que puede, se habla internamente e intenta mantener el control cuando de nuevo ese hombre ha metido su mano entre sus piernas.
Ella se odia y siente asco de sí misma, porque se sentía bien y no quería disfrutarlo. Como la lengua de este hombre pasaba de forma tan lasciva por encima de su pezón, como su otra mano acariciaba y a la vez enterraba sus dedos en su carne. Nada de esto debía ser placentero para ella, pero ahí estaba, jadeando y gimiendo, su cuerpo pedía por más y ella inconscientemente movía sus caderas buscando más profundidad con sus dedos.
—Ya estás listas y muy relajada.
Dice él extasiado, la mira a los ojos y sus miradas se conectan por un segundo, Rachel se inclinó hacia adelante para poderlo besar, pero él la esquivó antes de que pudieran besarse.
—Nada de besos ¿Entendido?
Rachel asiente al tragar con fuerza, él la baja de sus piernas, la deja sobre él sofá y se desviste. Ella intuye que ya está por pasar y pretende quitarse quitar su braga, pero él con su voz tan fría y gruesa le ordena que la deje en su lugar. Acata la orden, esperando cualquier cosa, menos que él se posicionara entre sus piernas y corriera el hilo para pasar su lengua por su intimidad, como si de una paleta se tratara.
Ella aferra sus manos al sillón, su espalda se curva y por inercia sus piernas buscan cerrarse, pero él las retiene con fuerza.
¿Podía disfrutar esto? Porque lo que estaba sintiendo en estos instantes era lo mejor de su vida, no había experimentado este nivel de placer y esos ojos tan oscuros y profundos la miraban con un hambre que jamás había observado.
—Estás tan mojada que será fácil entrar.
Dice saliendo de sus piernas y un hilo de saliva queda conectado con su vagina.
El corazón de Rachel se acelera, mira hacia el techo, evitando hacer contacto con él.
—¿Ya quieres sentirme dentro de ti?
Le pregunta pasando la punta de su miembro por su vagina sin entrar en ella. Rachel lo mira y no puede creer que su cuerpo grita querer seguir con ese placer tan indescifrable.
—Por favor.
—¿Por favor qué?
—Cógeme.
Él sonríe con satisfacción, sostiene cada pierna y empuja su pelvis dentro de ella. Admira como el bello cuerpo de esta mujer se curva y tira su cabeza hacia atrás gimiendo deleitada. Sale de ella para volver a entrar de la misma forma, siente como ella lo aprieta por dentro, provocando un placer inimaginable para él. Libera las piernas de Rachel, se inclina hacia adelante, apoyando sus manos al lado de su cabeza. Ella enreda sus piernas detrás de él, presionándolo a llegar más a fondo, se aferra dejando rasguños en su espalda y gime en su oído.
—¿Lista para hacerlo en el balcón?
—Si.
Dice en un todo que suena más a súplica que a una afirmación. Él la toma en sus brazos sin salir de ella, al salir al balcón la baja, sale de ella un segundo y la deja mirando hacia la ciudad. El cuerpo de Rachel se pone aún más sensible por estar afuera, la idea de que alguien los esté viendo la pone más sensible y cualquier roce que este hombre hace con su cuerpo, se siente aún mejor.
Sentir a este extraño dentro de ella causa estragos, se repite que esto es por Samuel, por salvarle la vida a su novio, que no debe disfrutarlo tanto como lo estaba haciendo.
—¿Debería romperte esta braga?
Rachel no puede pensar con precisión, su cabeza solo daba vueltas ante el placer, solo le quedaba la suficiente racionalidad para aferrarse del barandal y mantener sus piernas firmes, mientras él la follaba.
—Hazlo.
Las pupilas de aquel extraño se dilatan ante su respuesta, pudo notarlo, pues al responder había girado levemente su cara para mirarlo. Fue cosa de segundos cuando sintió que agarró los hilos de su braga y jaló con tanta fuerza que la rompió. Creando un roce agresivo y placentero en su zona, ella gritó ante el placer y cómo si eso no bastara, él empezó a cogérsela sin pudor. Azotó sus nalgas como si fueran suyas, la resistencia en ella se estaba esfumando y él lo notó. Dejó que ambos cuerpos cayeran al suelo, se aferró al cuerpo de Rachel y la penetró una y otra vez.
Rachel lo mira los ojos y por un momento olvida lo que él le a dicho, así que desprevenido lo tomó del cuello y besó sus labios. Él se queda impactado por su acción, pretende renegar, pero ella ha metido su lengua y ha provocado un desastre en él. El beso se vuelve más profundo y hambriento, se separa para poder tomar aire, pero sus labios se vuelven a unir.
Cambian la posición, con Rachel encima de él, se deja caer de un sentón sobre él. Su forma tan activa de saltar, provocan que él tire su cabeza hacia atrás, que gruña y maldiga diciendo lo bien que lo estaba haciendo. Unos saltos más bastaron para que ambos se vinieran en medio de un beso, ella se aleja relamiendo sus labios, se baja de él y le da la espalda, pretendía irse. Ya habían terminado, lo que significaba que había conseguido el dinero, por ahora solo quería vestirse y olvidar pronto esta noche.
—¿A dónde crees que vas?
Él la había seguido hasta la sala.
—Ya acabamos ¿No?
—¿Tú crees?
Rachel echa una mirada hacia abajo y de nuevo estaba duro.
Él toma su mandíbula con brusquedad para que ella lo mire directamente a los ojos, estaba molesto, porque ella había cruzado la línea cuando había sido claro de “No besos” y aun así lo había hecho, lo había puesto duro y pretendía irse así dejándolo con algo que ella misma provocó.
La tomó em brazos, esta ven caminó con ella hasta la habitación.
—Pero ya lo hicimos.
—Van 20, aún debes ganarte los otros 20.
—¿Qué? Eso no es parte de lo acordado.
Él la deja sobre la cama y le abre sus piernas, posicionándose entre ellas.
—¿Crees que una sola cogida vale 40 millones?
Rachel muerde su labio con impotencia.
—Además, dije que te follaría ese trasero.
Rachel queda muda ante sus palabras, este hombre pretendía tener sexo con ella por detrás, un lugar que jamás había sido tocado, ni siquiera por su novio.
—Pero yo jamás.
—Seré cuidadoso.
Ella siente su cara arder, no puede creer esto, cierra sus ojos con fuerza y siente los labios de él sobre los suyos. Un beso corto, pero que enciende la llama en ellos, Rachel se aleja y le da la espalda dejando alzado su trasero. Aferra sus manos nerviosas, tenía miedo al dolor que podía sentir, pero él fue totalmente sincero cuando dijo que sería cuidadoso.
Rachel grita por Dios cuando ese hombre ha metido su lengua ahí.
Esta noche iba a ser más larga de lo que ella pensaba, y lo fue, conocer ese nivel de placer y ser abrazada de esa forma la llevó al cielo. Se había aferrado a ese hombre cuando el dolor la invadió y la cuidó hasta que ella pudo disfrutar del placer. Se aferró a él cuando la cogía de tal forma y devoraba su boca queriendo consumirla por completo. Se aferró a ese hombre hasta que se volvió a venir dentro suyo, cayeron rendidos por el cansancio. Él siendo una persona que siempre desecha a cada mujer luego del sexo, se aferró a ella en toda la noche.







