James
Con cortos besos, suaves caricias y movimientos pausados, nos levantamos de la alfombra donde hemos terminado nuestro maratónico día. Nos cambiamos, boto las dos botellas de vino y los empaques de comida que nos sustentó. Salimos del edificio con el mismo ánimo aletargado, con ella siempre sujeta a mí, acaramelada, pero también buscando apoyo para sus piernas temblorosas. Cosa que no ha dejado de hacerle gracia.
De camino le escribo a Brianna para que me ayude con mi matrimonio mañana, pero me niega su ayuda al decir que no está en el país. No quiero inmiscuir a Christopher en más decisiones que tome, y ahora no podré evitarlo.
Estaciono frente al edificio y el portero corre a abrir la puerta para Miranda. Ella sale y me espera. Con algo de inquietud y con