—Señor Guzmán, ¿está bien? —alguien preguntó en voz baja.
Walter negó con la cabeza y se encaminó hacia la puerta de la sala de reuniones. Escuchó al comisario decir: —Hay muchas edificaciones abandonadas en los alrededores. Empezaremos a buscar en ellas para ver si la han llevado a alguna.
—Asegúrense de que sus celulares estén encendidos en todo momento. No queremos que los secuestradores no puedan comunicarse con nosotros.
Walter murmuró suavemente: —Edificaciones abandonadas.
Había muchas edificaciones abandonadas en los alrededores, lugares conocidos por ser frecuentados por secuestradores.
Walter llamó a Simón, salió de la comisaría y se fue en su coche.
Tobías y Catalina no podían contribuir mucho en la comisaría, así que el comisario les sugirió que volvieran a casa a descansar.
Al salir, se dieron cuenta de que Walter había desaparecido.
Catalina no pudo evitar reírse irónicamente: —Hace un momento decía que nos ayudaría a encontrar a Mari, y ahora ya no está.
—¿De verdad espe