En la familia Chávez, cuando Mariana regresó a casa, el sofá estaba lleno de gente.
Mariana se sentía bastante pesada por todo lo que había pasado, pero no quería preocupar a nadie, así que trató de aparentar ligereza y preguntó con una sonrisa.
—¡Vaya, qué serios están! ¿Acaso me estaban esperando?
Brayan se tocó la nariz, a punto de soltar un reproche: ¿cómo podía ser tan desocupada? Con todo lo que había sucedido, se fue a ver a la familia López y ahora regresaba tan alegre. ¡Sus padres estaban a punto de volverse locos de preocupación!
—¿Por qué me miran todos con esa seriedad? —Mariana se acercó al sofá y abrazó el brazo de Catalina.
Al ver que el rostro de su papá se veía aún más grave, se abrazó también a él.
Desde pequeña, Tobías siempre había sido el que más la consentía. Dicen que las hijas son las favoritas de los padres, y ella lo sabía muy bien. Podía afirmar que el cariño de Tobías era incluso más intenso que el de Catalina.
—¡Abuelo, abuela! —Mariana también hizo un puch