Por supuesto, Abril no entendió el significado de esas palabras.

Brayan también se dio cuenta de lo que había dicho y le mostró una expresión de disculpa a Catalina.

Catalina estaba realmente sorprendida. ¡Jimena no era su hija biológica, ni siquiera Mari! Esos dos niños, realmente eran...

Catalina empujó la puerta del coche. Al bajar, escuchó a Hadya sollozar.

—¡Señora Chávez, por favor...!

Hadya siempre había sido bastante arrogante. Cuando la familia López tenía poder, jamás se dignaba a pedir ayuda. Ahora, oírla pronunciar tales palabras la hacía cuestionar si estaba soñando.

—¿De qué se trata esto? Hablemos con calma —dijo Catalina, con la voz entrecortada, preocupada por la situación de su hija.

—Por favor, nuestra Jimena... —Hadya fue directa.

—La policía ya está en camino. Mientras Mari esté bien, su hija no tendrá problemas. Arrodillarse aquí no tiene sentido —respondió Catalina.

Hadya inmediatamente sacudió la cabeza.

—¡Señora Chávez, Jimena se ha equivocado! —dijo entre lágr