—¿No eres ya un niño y aún pides regalos? —Brayan soltó un resoplido.
—¿No dijiste antes que mientras no estés casada, sigues siendo una niña? —Mariana hizo un puchero.
—Tú... —Brayan la señaló, pero solo sonrió.
Mariana se rio.
De repente, el teléfono de Mariana sonó. Ella sacó su móvil y se apoyó despreocupadamente en la barra. Era un video de su papá.
—¿Qué ordenas, señor Tobías? —Mariana inclinó la cabeza, sintiéndose muy animada.
Tobías estaba tomando el sol con Catalina, y al ver que Mariana estaba tan bien, preguntó: —Oh, ¿tan feliz?
—¡Feliz Día de Reyes, papá! ¿Cuándo me darás mi regalo? —Mariana cruzó los brazos y sonrió.
—¿Cuántos años tienes ya y aún pides regalos? —Tobías dijo algo muy parecido a lo que había dicho Brayan.
Brayan se rio a un lado. —¡Ves! ¡Te lo dije! Tu papá también usa esa táctica.
Mariana hizo un puchero. —No seas así.
Brayan se rio a carcajadas, sintiéndose especialmente alegre.
—¿Ya no te duele la cabeza? —preguntó Mariana.
Al mencionar esto, Brayan ráp