—¡Viejo, ayúdame un poco!
—¡Ay! ¿Por qué estos escalones son tan resbaladizos?
Al día siguiente, Walter estaba sentado en el coche, observando a los ancianos salir de la casa.
Sancho empujaba un carrito de compras; ambos estaban bien abrigados, listos para salir a comprar.
Walter bajó del coche. Los ancianos lo vieron justo a tiempo.
Sancho y Lorena se miraron, y Lorena fue la primera en hablar: —¡Nuestra Mari no está aquí!
—Lo sé. No estoy buscando a Mari —Walter se acercó, deteniéndose frente a ellos—. Abuela, Mari debería haberte dicho que quería pasar el Día de Reyes con ustedes.
Lorena soltó una risa burlona, como si hubiera escuchado un chiste: —Antes eran pareja y ni siquiera la acompañabas a celebrar. Ahora no tienen ninguna relación, ¿qué haces aquí? No es como si ella no tuviera familia; ¿acaso necesitas acompañarla?
Walter se sintió un poco incómodo. Su abuela era realmente astuta.
—Exacto —Sancho también estuvo de acuerdo.
Sancho empujó el carrito y ayudó a Lorena, diciendo