Mariana vio el bolso que Hugo protegía con fuerza en su abrazo.
—Señorita Chávez, esto es... tu bolso —Hugo tembloroso se lo entregó a Mariana.
El corazón de Mariana se ablandó de inmediato. No era de extrañar que no pudiera encontrarlo; había estado siempre bajo la protección de Hugo.
Hugo lucía algo desgastado y preguntó: —¿No sabes cómo está mi nieto?
—Yael está bien, ya lo llevaron al hospital —respondió Walter con tono sereno.
Hugo miró a Walter de inmediato.
Walter... era un hombre importante.
—¿Has perdido algo? —preguntó Walter, bajando la mirada hacia Mariana.
Mariana hurgó en su bolso y encontró el reloj que su padre le había regalado.
Sacudió la cabeza. —No, no he perdido nada.
—Señor, ya he coordinado en el hospital para que usted y Yael se hagan chequeos. Si surge algún problema, puede contactarme —Walter le entregó su tarjeta de presentación—. Gracias a ti y a Yael por proteger a Mari, lo agradezco mucho.
Mariana levantó la vista hacia Walter.
Un leve suspiro de amarga ri