La puerta de la habitación se abrió, y Mariana se volvió. Era Abril quien entraba.
—¿Dónde está Walter? —preguntó Abril.
—Le dio un ataque de gastritis, lo llevé a urgencias para que le pusieran suero —respondió Mariana.
Abril hizo una pausa y luego suspiró. —Ese chico. Realmente me preocupa; desde que te dejó, su vida ha sido un caos. Mari, yo... —Abril miró a Mariana, tenía muchas cosas que decir, pero al verla, se quedó en silencio.
Finalmente, solo un suspiro salió de sus labios, y no dijo más.
Mariana observó a Abril, sintiendo un dolor inexplicable en su corazón.
La abuela había caído, y ahora Walter tenía problemas; Agustín también estaba ocupado con la empresa. Así que, en casa, Abril tenía que hacer todo.
Pero Abril también tenía que trabajar.
El mundo de los adultos es realmente duro; Mariana sentía compasión por ella y trataba de ayudar en lo que pudiera.
—Tía, no digas más —dijo Mariana, sonriendo mientras le daba una palmadita en el hombro. —Vendré a ver a la abuela cada m