Capítulo 24

—No dije eso.

—Siempre lo has pensado, madre. Me culpas por su muerte, me haces la vida miserable porque crees que soy responsable. Intentas castigarme por algo que no hice —grito, con la voz rota por la frustración.

—¡Cállate! —me grita, volviendo a abofetearme, la rabia y la impotencia se reflejan en sus ojos.

En ese momento, la puerta se abre de golpe y Carlos aparece, con el rostro tenso y la determinación marcada en cada línea de su cuerpo.

—¡Basta, mamá! —exclama, acercándose rápidamente para separarla de mí—. Ya es suficiente. No tienes derecho a tratarlo así.

Carlos se interpone entre nosotros, su presencia imponente calma momentáneamente la furia de mamá. Ella lo mira con ojos llenos de sorpresa y rabia, pero el enfado se torna en confusión al ver la firmeza de su hijo.

—No te metas, Carlos.

—No puedes seguir tratándolo así. Necesitas calmárte y pensar en lo que estás diciendo. El trato que le das solo lo lastima más y no resuelve nada— la saca de la habitación.

Escucho los m
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