Jenny, desencantada del amor, se aventura en una cita inusual que desata un torbellino emocional. Sin embargo, un beso accidental desafía su realidad, transportándola a un mundo de pasión y deseos oscuros. En medio de este laberinto de anhelos prohibidos, aparece Carlos, un hombre decidido a conseguir lo que desea, incluso si el corazón de Jenny parece inalcanzable. Enfrentados a sus propios demonios y deseos, ambos deberán decidir hasta dónde están dispuestos a llegar por amor.
Leer más(Jenny)
Después de un día agotador en la universidad, regresé a casa para encontrar a mi amiga doblada de risa en mi habitación. Al entrar, la vi de pie frente al espejo, vestida como policía, al parecer.— ¿Qué haces vestida así? ¿Te has adelantado a Halloween? —pregunté.
—Es mi disfraz para la fiesta de esta noche. Dijiste que iríamos —respondió entre risas. ¿No es genial? Deberías ver el tuyo.
— ¿De qué estás hablando? No mencionaste ningún disfraz. ¿Lo omitiste a propósito?
—¡No! simplemente lo olvidé.
—Mientes —cruzé los brazos.
—Si te lo hubiera mencionado, ni siquiera habrías considerado ir. Eres tan aburrida y anticuada.
—No soy aburrida. Solo que...
—Tienes miedo de probar cosas nuevas. Una fiesta de disfraces es lo mejor que nos puede pasar en esta época del año. Nos saca de la rutina. Además, el disfraz que te han enviado es más decente y sexy —dijo mientras se acercaba a una caja sobre la cama para que lo viera por mí misma.
Dejé un suspiro escapar y me acerqué a ella, apartando los papeles y tomando una túnica semi transparente entre sus manos.
—Oh no, ¿qué se supone que es esto? —pregunté sorprendida.
—El disfraz de Cleopatra.
Amelia apenas podía hablar por las carcajadas incontrolables.
— ¿Crees que voy a usar esto? Dile a tu amigo Carlos que se vaya a paseo y que no somos unas exhibicionistas —dejé caer el vestido en la caja—. Si quieres ir, eres libre de hacerlo, pero yo no voy a mostrar el trasero —cerré la tapa de la caja y salí de la habitación.
Las risas de Amelia cesaron y me siguió hasta la cocina. Estaba furiosa.
—No pensé que te molestaría tanto usar un disfraz —dijo mi amiga—. Yo lo tomé con humor —se tambaleó un poco con esas botas negras de tacón alto.
—Por lo menos a ti no se te ve el trasero —comenté sirviéndome un vaso de agua.
—Si quieres usar el mío, no hay problema. Te quedaría mucho mejor, no sabes lo que sufrí para entrar en esta blusa ajustada, ¡con este cuerpazo! —Se golpeó el abdomen—. ¿Qué dices? ¿Intercambiamos? Siempre he deseado ser Cleopatra por una noche y tener los ojos de todos los hombres puestos en este cuerpecito caribeño.
—Suena tentador, pero ni tú ni yo usaremos esto. Si queremos ir a la fiesta, iremos a nuestra manera. Si le gusta, genial. Si no, que se meta su invitación por donde no le llega el sol —respondí molesta.
—Vaya genio que tienes. ¿Tuviste un mal día en la universidad? —preguntó Amelia.
—El peor. El maldito profesor de álgebra me está volviendo loca.
—Nadie dijo que sería fácil estudiar Ingeniería de Sistemas e Informática.
—Ni me lo recuerdes.
— ¿Entonces siempre te quedarás con mi disfraz? —preguntó Amelia.
—Iremos a alquilar uno. Conozco una tienda cerca. Aún no es temporada, pero supongo que la señora podría hacer una excepción.
—Como quieras.
La decepción en el rostro de mi amiga no me desanima. No pienso mostrar mi cuerpo a un extraño en la primera cita.
—Ve a quitarte eso, salimos en diez minutos —le advierto mientras camino hacia el baño.
Por supuesto, no pensaba en las posibles consecuencias de esa osada idea. Salimos inmediatamente hacia la tienda y, un par de horas después, encontramos algo adecuado: una pirata y una gitana.
—No es por nada, pero estos no son nada elegantes. Si quieres que todos te miren, lo vas a conseguir —susurra Amelia.
—A mí me gustan y, considerando el elevado precio de alquiler, diría que están a la par con los disfraces "finos" de la fiesta —respondo.
—Lo que quiero decir es que son poco sexis, demasiado cubiertos. Es como si llevara un cartel que dijera "soy virgen".
—Estás exagerando. Solo tienes que decir que quieres el disfraz de pirata —le digo mientras se lo entrego.
—Gracias, preciosa —sonríe Amelia.
Días después, se celebró el cumpleaños de Fernanda, un acontecimiento importante para la sociedad y los medios informativos que estuvieron presentes, siguiendo cada momento. Pero lo que más ansiaban era conocer detalles sobre la boda de los hermanos Martinelli. El tema más comentado por las próximas semanas hasta que se supo la fecha y la hora del acontecimiento.Una gran celebración se preparó con estricta confidencialidad, encargados y asesores manejaron todo respecto a la boda del año, sin soltar ningún detalle a la prensa. Llegado el momento, solo algunos medios tuvieron el privilegio de transmitir en vivo desde la iglesia Santa Clara de Asís, el minuto a minuto de la boda más comentada del año.En medio de una decoración de ensueño, amigos, familiares, socios e invitados especiales se prepararon para ver entrar a las novias. Todo parecía ser un cuento de hadas, desde la limusina en la que fueron trasladadas a la iglesia, hasta la música de Christina Perri — "A Thousand Years", de
JENNY Mientras Esteban me miraba con esos ojos llenos de amor y devoción, sentí que el tiempo se detenía. Sus palabras resonaban en mi corazón, cada frase cargada de sentimiento y verdad.—Tengo tantas emociones intensas revoloteando en mi cabeza. Y es que sigo sorprendido de que no seas lo que esperaba, sino mucho más de lo que esperaba en la vida. Antes de conocerte, no sabía lo que era amar incondicionalmente y dejarme querer. Mientras tú me asegurabas que iríamos despacio, que nos tomaríamos nuestro tiempo. Pero no hay sosiego ni tranquilidad en este amor, que es todo urgencia y pasión, así que no puedo ir más despacio, no puedo esperar tanto. Dicen que algo como esto solo se siente una vez en la vida. Dicen que cuando llega el verdadero amor, se nota. Y en este tiempo he confirmado mis sospechas: te adoro irremediablemente y no voy a luchar contra ello. Así que ahora quiero avanzar en este camino de amor. La seguridad de la firmeza de nuestro amor, la energía que me dan las risa
ESTEBANLa celebración de la primera gran recepción del año está en pleno apogeo, y el ambiente en uno de los locales más populares vibra con entusiasmo. Amigos, familiares, socios y la prensa más exclusiva se han reunido para presenciar un evento memorable. La reaparición de Carlos Martinelli atrae muchas miradas, especialmente porque viene acompañado de una nueva mujer. La sorpresa es mayor cuando se descubre que ella no es otra que la nana de la familia, Camila. Para algunos, este romance era de esperarse, mientras que para otros resulta una inesperada revelación. Sin embargo, lo que opine el mundo exterior no importa; son felices, y eso basta.Los rumores han circulado durante un tiempo, insinuando una traición en la familia y un posible triángulo amoroso que terminó con la separación definitiva de los hermanos. Afortunadamente, nada de eso se confirma y queda como meros murmullos en la sociedad, que siempre busca detalles escabrosos de la vida privada de los demás.Hoy, sin embar
Al llegar a la casa, una cálida bienvenida nos esperaba. Roger y Milena se habían encargado de reunir a los amigos cercanos para la gran sorpresa. Los abrazos y felicitaciones continuaron, y el ambiente se llenó de risas y conversaciones animadas.—Vamos a celebrar como se debe —anunció Roger, levantando una copa—. ¡Por la familia y por el nuevo miembro que viene en camino!Todos levantamos nuestras copas, brindando por el futuro y por el amor que nos unía. La tarde transcurrió entre anécdotas, risas y momentos de complicidad. La familia Martinelli se sintió como en casa, y la alegría era notable en cada rincón.Carlos y yo nos alejamos un momento de la multitud para hablar en privado. Nos sentamos en el jardín y respiramos el aire fresco de noche.—Carlos, sé que tenemos que hablar —comencé, rompiendo el silencio.Carlos asintió, mirando al suelo. Luego levantó la vista y me miró directamente a los ojos.—Sí, Esteban, hay algo que he llevado dentro por mucho tiempo. Desde aquella no
EstebanLos días transcurrieron entre una felicidad excesiva y las ansias de anunciar al mundo que seríamos padres. Cada mañana me despertaba con una sonrisa, sabiendo que pronto nuestra vida cambiaría para siempre. Mientras Jenny viajaba a su ciudad natal con su amiga Amelia para dar la noticia a sus padres, yo me quedaba en la capital, ocupado con los preparativos para la llegada de Carlos y el cumpleaños de Fernanda. Sabía que Jenny volvería a tiempo para esa gran ceremonia, y su ausencia temporal solo aumentaba mi emoción y expectativa.La familia Martinelli se convirtió en el centro de atención de los medios de comunicación durante las próximas semanas. Los periodistas estaban ansiosos por tener la primicia y no dudaban en acechar nuestra casa y oficina, buscando cualquier indicio de confirmación. Pero, por ahora, queríamos mantener nuestra felicidad en privado, compartiéndola solo con aquellos más cercanos a nosotros.La mañana después de que Jenny partiera, me levanté temprano
CarlosVenir a España fue la mejor decisión que pude haber tomado. Sin embargo, fue duro para Fernanda separarse de su tío Esteban y su abuelita. Por algunos meses, su mirada apagó su luz y me hizo sentir tan culpable. Su tristeza me apuñalaba el alma y cada día me cuestionaba si fue correcto estar lejos para poder olvidar. De un momento a otro, cambié su destino, pensando solo en mí. Sí, lloré en silencio algunas veces porque me dolía tanto haber arruinado la buena relación que mantenía con Esteban, solo por un error. Creí estar enamorado, me hice ideas hermosas con la mujer equivocada, sin darme cuenta de que mi verdadero destino estaba justo a mi lado. Gracias a Camila, a su amor y paciencia, este trago amargo se fue tornando dulce. Junto a ella, entendí que mi dolor no era tan grande como creía, me ahogaba en un vaso de agua, sin contemplar el mundo de colores que ella, desde mucho, me regalaba. Mirar hacia otro horizonte, enfocándome solo en Camila, en lo que me ofrecía, en el gr
Último capítulo