RAFAELE
Sé al instante que algo anda mal, la cama debajo de mí es demasiado blanda para ser la mía. El olor no es el correcto, sin mencionar que mis brazos están tensos y mis piernas en un ángulo incómodo. Mi cabeza me está matando, como si hubiera recibido demasiados golpes. No dejo ver nada a quien pueda estar observando; mi respiración permanece igual, incluso mientras mi ira disipa la neblina que se arrastra lentamente por mi sangre.
El hotel.
El tejado… Matteo.
Joder, espero que esté bien. Si alguien puede sobrevivir a una puñalada, es ese bastardo escurridizo, pero ahora mismo, yo también estoy en problemas. Vinieron por mí, fue una maldita trampa, me querían a mí, pero ¿por qué?
Retuerzo mis manos de manera experimental y descubro que mis muñecas están atadas, también los tobillos. Estoy extendido en cruz, el aire frío golpeándome y haciéndome estremecer. Intento contener el pánico de estar atado otra vez, mientras destellos del pasado se filtran en mi mente. La habitación huel