SALVATORE
Agarrándome el cabello, dejo caer la cabeza entre mis manos. “Cinco, cuatro, tres, dos, uno”, murmuro, cantándolo una y otra vez hasta que me siento más controlado. Tenemos demasiado que hacer. Yo tengo demasiado que hacer.
Todavía necesito descubrir quién nos está traicionando antes de que nos mate, y necesito lidiar con la Tríada además de dirigir nuestro negocio legítimo. Estoy exhausto, me arden los ojos y el cuerpo se me cansa, pero tengo que seguir adelante. No puedo parar hasta salvar a mi familia.
Tengo que protegerlos, aunque me mate. Nada más importa. “Cinco, cuatro, tres, dos, uno”, susurro de nuevo, mientras escucho abrirse la puerta principal y la risa inconfundible de Colina. Apartándome el cabello hacia atrás, me enderezco y vuelvo a revisar las transferencias bancarias de ex-empleados. Sería la primera señal de que nos estaban traicionando. Podría pedirle a Matteo que lo investigue, pero está cansado y necesita dormir.
Me he instalado en la mesa, no queriendo