Capítulo Veintiuno
COLINA
Dimitri se ríe tan fuerte que tiene que secarse los ojos con una servilleta.
—Propongo a Rafaele. —Sonríe con malicia.
—Que te jodan —gruñe con crueldad el tipo grandote.
Salvatore los ignora a ambos, concentrado en su teléfono como siempre. No puedo evitar observarlo, es tan persuasivo, tan refinado… tan frío. Como la nieve. Pero la nieve es hermosa, y cuando se derrite… revela todo lo que escondía.
—Necesito mear —nos avisa Dimitri, deslizándose fuera del asiento—.
Un instante después, Matteo ocupa su lugar junto a mí.
—Te matará —le advierto con un encogimiento de hombros, inclinándome hacia atrás y cruzando mis ojos oscuros con los suyos. Se peina con una sonrisa que curva esos labios, y un calor me recorre al recordar lo bien que se sentían contra mi coño.
Sus pupilas se agrandan, como si supiera en qué estoy pensando.
—Compórtate, cariño.
—Lo hago —respondo, aunque mi mirada vuelve a sus labios. No hemos hablado de lo que ocurrió, pero honestamente, no