—¿Scar mamá, estás bien?
La dulce voz de Alice atrajo la mirada de Scarlett de vuelta desde la ventana.
—Sí, por supuesto —Scarlett levantó a Alice en sus brazos, esbozando una sonrisa—. ¿Cuándo llegaste?
Lilith había estado visitándola todos los días últimamente, afirmando que era solo porque extrañaba a Scar. Ella le seguía el juego, pero sabía que había algo más; Lilith era una persona simple y no podía guardar secretos. Si no forzara una sonrisa cada vez que Scarlett la miraba, mientras fallaba en ocultar la preocupación en sus ojos, quizás su pobre excusa podría haber sido más creíble.
—Acabamos de llegar —Alice arrastró a Scarlett hacia el piano—. Papa Vandy me dará clase de piano más tarde.
Scarlett arqueó una ceja hacia Lilith, quien forzó otra sonrisa incómoda y nerviosa, justo a tiempo.
Una excusa pobre seguía siendo pobre, ya fuera que la extrañaba o le darían una clase de piano. Lilith estaba preocupada por ella. Bueno, había estado preocupada desde que la encontró en aquel