—¿Tienes el teléfono? —Preguntó Sebastián.
Con una sonrisa maliciosa, Ava balanceó felizmente el teléfono de Scarlett frente a Lilith, quien estaba sentada en el suelo de un pequeño armario. Tenía las manos atadas a la espalda y un trozo de tela metido en la boca.
—No creo que pueda liberarse de tu nudo. ¿Crees que podría dejar el teléfono en la habitación con ella, solo para provocarla? —Preguntó Ava.
El hombre le lanzó una mirada extraña. —¿Es por eso que cometemos crímenes? ¿Para desafiarnos a nosotros mismos?
Ava apretó los dientes, esperando su respuesta con nervios, pero al escucharla, se rio. No, el crimen era para arruinar a Scarlett Fuller.
—Solo intento ahorrarme un viaje de regreso a la escena del crimen —Ava sonrió, apoyando su barbilla en el pecho de él de forma coqueta.
El hombre soltó un resoplido frío, empujándola hacia arriba, pero Ava se resistió. Él se detuvo, mirándola a los ojos.
—Quiero un beso. —Ava hizo un puchero con sus labios brillantes.
Sebastián giró ligera