Scarlett estalló en lágrimas, golpeándolo, arañándolo y pateándolo en todas partes donde podía.
—¡Nunca te perdonaré! ¡Jamás! Estaba ciega al haberme enamorado de ti, ¡pero ahora lo veo claro! Si quieres un consejo, aquí tienes uno: nunca ames a alguien que no te ama. ¡Y yo no te amo! ¡Nunca más!
El hombre permaneció allí, dejando que cada palabra golpeara su corazón como pequeños martillos, pero por mucho que dolieran, simplemente no podía dejarla ir. ¿Cómo podría si ahora conocía a qué sabía el amor verdadero? Ella hablaba como si amarlo hubiera sido un error, pero no lo fue, fue lo mejor que podría haberle pasado.
El error fue que no lo valoró, porque no se dio cuenta de lo que tenía.
—Dijiste que me darías una oportunidad si nuestro bebé no estaba muerto. —Replicó el hombre.
—¡Yo no dije eso! —Espetó Scarlett.
Lilith escuchaba atentamente.
—Tampoco dijiste que no. —Respondió el hombre con calma.
No era una broma graciosa, pero no se estaba riendo porque cada músculo de su cuerpo e