Cap 87. ¿Te casas?
Desde aquel día en el bosque, algo cambia entre Edward y Amaris. No hay discusiones, ni miradas de reproche, ni palabras hirientes. Solo una distancia sutil, como la niebla que se posa sobre el campo al amanecer. El príncipe, aunque en su interior comprende y acepta la respuesta de Amaris, no puede evitar que su orgullo herido, lo empuje a tomar distancia.
Y así lo hace.
Evita los pasillos donde sabe que ella camina, cambia su ruta hacia la biblioteca, y no asiste a las clases donde pueden coincidir. Ya no se detiene a hablar con los estudiantes ni busca motivos para cruzarse con ella. Es un repliegue elegante, silencioso. Doloroso también.
Amaris lo nota. Al principio, no le da importancia. Luego, cuando pasan los días y la ausencia de Edward se vuelve constante, algo en su pecho se encoge. No puede culparlo. Le ha dicho que no. Le ha cerrado la puerta. Él tiene todo el derecho de retirarse. Y, sin embargo, duele.
Duele porque, a pesar de su negativa, ella ha empezado a acostumbrarse