Cap 69. Raíces invisibles que atan el alma
Los días en Elyndor vuelven a su cauce con la serenidad que solo el paso del tiempo puede otorgar después de una guerra. Las reuniones, los decretos y las decisiones de Estado vuelven a llenar la agenda del rey y de la reina, pero en el corazón de Eleonora ha comenzado a formarse una inquietud que no puede ignorar por más tiempo.
Han pasado casi dos años desde su matrimonio con Alejandro. Dos años de caricias nocturnas, de cercanía entre sábanas y de entregas sinceras. Dos años sin evitar, de ningún modo, que la vida florezca en su vientre... y sin embargo, no hay señal alguna de embarazo. La ausencia, al principio imperceptible, ahora le pesa. No hay enfermedad visible, no hay síntomas, no hay sangre que se retrase más de lo habitual. Solo el vacío.
Esa mañana, con el alba apenas tocando los ventanales de su alcoba, Eleonora baja hasta el jardín interior donde Brígida cuida de sus plantas curativas. La mujer, encorvada pero firme, la recibe con una mirada de cariño. No necesita habla