Cap 115. Sangre será el abono de estas tierras.
A la mañana siguiente, un joven del pueblo, Matías, se acerca a ellos en secreto. Es uno de los pocos que ha estado ayudando en las excavaciones y filtraciones sin esperar nada a cambio.
—Tengo algo que deben ver —les dice, mirando hacia los lados.
Los guía hasta las colinas, más allá del límite donde los cultivos mueren. Allí, entre las rocas, les muestra lo impensable: una entrada oculta, camuflada con lonas y ramas. Dentro, hay maquinaria rudimentaria, pero activa: barriles metálicos, herramientas de excavación profunda, restos de productos químicos.
Edward lo confirma de inmediato.
—Esto… esto no es improvisado. Aquí alguien está buscando algo muy específico.
Amaris se agacha junto a un recipiente. Huele el líquido.
—Es lo mismo que encontramos en el agua del pozo.
Matías asiente con nerviosismo.
—Hace unos meses llegaron tres hombres de aspecto forastero. Decían que venían a ayudar con los cultivos. Pero nunca se presentaron ante Lía, ni hablaron con nadie más que con Filemón. De