Estaba en mi oficina escribiendo una lista de los siguientes platillos que serviríamos el resto de la semana cuando Freddie, mi sous chef, entro para decirme que unos comensales querían felicitarme por mi comida.
-¿No puede ir alguien más?- pregunte sin ganas y recostándome contra la silla- -No, quieren a la mujer que gano su cuarta estrella Michelin querida y esa...eres tu- -Necesito vacaciones de todos esos idiotas- comenté poniéndome de pie- -Creí que buscarías tu quinta estrella- -Voy a buscar mi quinta estrella en alcoholismo si sigo así- -Si tu madre te escucha te va a dar un chanclaso dulzura- Mientras caminaba a través de la cocina recordé la primera vez que le cocine a mi mamá, su critica fue devastadora. "Le falta sal, demasiados condimentos, sobre cociste la carne, y las papás están demasiado duras, parece suela de zapato no papás al horno", tenia diecisiete años y quería tirarme de un puente. Lo bueno es que con el tiempo mejore, me volví muy buena en mi trabajo ganando algunos premios en el camino, pero aun así para mi mamá jamás es suficiente. Al salir varios comensales voltearon a verme, la primer mujer de veintisiete años en ganar cuatro estrellas Michelin en un periodo de cinco años, eso si era un logro. Uno que no soportaba que me estén recordando a diario. Antes de llegar a la mesa me di cuenta de que Marie estaba sentada en la mesa a la que me dirigía. Marie era la hija legitima de mi padre biológico Elliot Richard Ellis, más conocido como “El fantasma”, el tipo era un mafioso con todas las letras. Y ella, bueno, ella era buena, al menos conmigo a pesar de todo. Los hijos biológicos de Elliot siempre ha sabido de mi existencia y yo de las suyas desde que tenia quince años aunque ninguno quería tener que ver con el otro, al menos lo repito, de mi parte, estaba feliz de no ser involucrada en esa familia y que la gente no supiera que Elliot era mi padre biológico. -Como lo solicitaron nuestra galardonada chef, la señorita Fernández- dijo Freddie lanzándome a los lobos- “Me las vas a pagar rubio maldito”, pensé mientras se formaba una sonrisa en mi boca. -Buenas noches- los salude cortésmente- Por poco y me trago mis palabras al ver a Elliot sentado frente a su hija. ¿Porque?, si venia tan bien evitándolos a todos. El levanto su vista para mirarme y una pizca de emoción cruzo por su ojos más no de los míos, sentía que se me iba a salir corazón por la boca así que tuve que esforzarme para que no se notara que quería salir corriendo. -Chef Fernández, felicitaciones por su carta estrella- comento el hombre a su lado- ¿De donde lo tengo visto?. -Muchas gracias- -Me imagino que ya esta en carrera para ir por la quinta, ¿No?- -Estaba pensando en tomarme un tiempo lejos de la cocina, quiero llevar a mis padres de vacaciones y probar comidas nuevas y ver que es lo nuevo de hoy en día- le respondí con una sonrisa- Pero quien sabe, quizás cuando vuelta, esa quinta estrella será pan comido- -Esa es la actitud jovencita. Por cierto este Bouillabaise esta a otro nivel- -La mantequilla, el ajo y el perejil hacen milagros- sonreí- Todos en la mesa soltaron una pequeña risa ante mi estúpida broma y quería decirles que veían estúpidos con esas sonrisas falsas. Me dieron charla por unos minutos más hasta que Freddie me salvo diciendo que me necesitaban en la cocina así que me despedí y volví a la cocina. -Ya no los soporto- -¿Sus risas falsas?- -Si. Se ven tan idiotas- Dos horas más tarde, después de acomodar todo y dejar todo listo para el otro día, cerramos el restaurante, mientras me dirigía hacía mi casa sentía como mi estomago trataba de comerse algún órgano, me gustaba cocinar comidas extravagantes más no comerlas, no las toleraba así que al llegar a casa antes de siquiera pensar en entrar al edificio me cruce en frente, Joy era un puesto de hamburguesas, no muy grande a decir verdad, parecía más un carrito de hot dogs, pero sus hamburguesas me recordaban mucho a las que hacia mi abuela por lo que cada día al salir del trabajo pasaba a comprarle tres o cuatro. -¡Joy Joy!- lo salude mientras cruzaba la calle- -Estrellita...¿Tienes hambre?- -Demasiada- Joy me llamaba estrellita desde hacia cinco años, cuando me mude a este edificio. Cuando recién me mude a los únicos a los que les hablaba eran a mis padres y algún que otro compañero de trabajo como Freddie que con el tiempo se convirtió en mi sous chef. Con el pasar del tiempo Joy seguía sin creer que una ganadora de estrellas Michelin le gustaran tanto sus hamburguesas a pesar de eran tan...normales según el. -Tenias razón con la nueva receta del pan. Se vendieron muy rápido- -Te lo dije. El brioche para hamburguesas es infalible- -¿Como te fue hoy?- El olor a la carne cociéndose hacia que se me hiciera agua la boca y el olor a cebolla caramelizándose era la gloria. -Tuve que salir con una sonrisa a saludar a un montón de ricos estúpidos y escucharlos reírse con algunas bromas sin una pizca de sentido. Te juro que cada vez los soporto menos- Me senté en uno de los asientos que tenia para sus clientes y apoye mis codos en el sobresaliente para ver como se cocinaba la comida. -Me puedo imaginar tu cara- se burlo- Se quedo callado un instante mientras cortaba finas rodajas de tomate. -Sigo sin entender porque te gustan tanto estas hamburguesas, estoy seguro que puedes comer muchísimo mejor en tu restauran...- su voz se corto así que procedí a explicarle- -Me recuerdan a mi abuela, ¿Sabes?, creo que te lo mencione alguna que otra vez pero, el olor y el sabor se parecen muchísimo. Mi abuela, la ultima ves que estuvo lucida pidió comer hamburguesas, ella dijo, "Me estoy muriendo carajo, solo déjenme ser feliz una ultima vez, quiero comer hamburguesas y después morirme en paz, por amor de dios", nos grito como si fuese una niña pequeña, mi mamá se resistió pero al final accedió y le preparo las hamburguesas que ella quería, con su ayuda obviamente. La vi comerse dos hamburguesas con una enorme sonrisa mientras me contaba cuan feliz se sentía. Al otro día a la mañana cuando mi mamá fue a darle su medicación estaba muerta y en su cara tenia una sonrisa. Así que Joy tus hamburguesas para son las mejores porque me recuerdan a mi abuela, a su sonrisa, a su amor por la comida- le explique limpiándome una lagrima- Joy me miraba con una sonrisa tímida y sus ojos viajaban desde mi hasta detrás de mi, como si me estuviera advirtiendo algo. Unos minutos después las cuatro hamburguesas estaban listas así que las pedí para llevar excepto una que fue la que me estaba comiendo. Después de despedirme de el, me gire para volver a cruzar la calle, ahí fue cuando me di cuenta el porque Joy estaba tan nervioso. Elliot me miraba apoyado en su auto con las manos en sus bolsillos, era la primera vez en toda mi vida que lo veía dos veces en una noche y más fuera del restaurante. Obviamente pase por detrás de su auto ignorándolo por completo mientras comía. Antes de llegar a la puerta del edificio su gigantesco guardaespaldas se puso delante de mi impidiéndome el paso. -Disculpe pero esta impidiendo que entre a mi casa- -Bren...por favor. Solo serán unos minutos- El gigante parado delante de mi era Roth, un enorme tipo ruso al que veía en cada cumpleaños ya que era el quien me traía las tortas de cumpleaños, las cuales nunca había probado ni una sola porción ya que las usaba para venderlas y así pagar los servicios vencidos o para comer ya que con mi mamá y mi abuela no teníamos muchos recursos. -Tuve un día de m****a y lo único que quiero es comer, bañarme e irme a dormir así que muévete- le pedí tratando de pasar por su costado- Algo que claramente no sirvió ya que el tipo media igual que la puta puerta. Suspire molesta y me gire para quedar en medio de la vereda viendo como el chofer me abría la puerta del auto para que entrara. Estaba a punto de poner un pie dentro cuando comenzó a sonar mi teléfono, era mi mamá. -Mamá- Al contestarle se escuchaba el ruido de una ambulancia de fondo y podía escucharla llorar así que puse el teléfono en altavoz. -¿Mamá?- -¿Hija?- -Ma, ¿Qué paso, que es todo ese ruido?- Entre en pánico y termine mirando hacia todos lados en busca de un taxi. -Tu papá...- podía escuchar su temblorosa voz ahogada en lagrimas-...tuvo un infarto y lo están llevando al hospital- -¿Un infarto?, ¿A que hospital?- -El hospital general, estamos a cinco minutos- Me colgó y el pánico se apodero de mi. Respire hondo varias veces hasta que empecé a caminar hacia la calle principal para tomarme un taxi y en eso siento unos enormes brazos levantándome en el aire. -¡Quítame las manos de encima mi papá esta de camino al hospital!- le grite tratando de soltarme- -Nosotros te llevamos. Solo sube al auto- aseguro Roth dejándome en el piso- Pase por su lado y sin pensarlo me subí al auto. En el viaje ninguno dijo nada. Yo no tenia ganas de hablar y lo único que hacia era apretar las bolsas que tenia en mis manos con fuerza y miraba hacia adelante de vez en cuando para ver si faltaba mucho para llegar. -Felicidades por tu cuarta estrella- me felicito Roth tratando de romper el silencio- -Me importan una m****a esas estúpidas estrellas- afirme mirando por la ventana- -Son muestra de la dedicación que le pones a tu trabajo- -No necesito que nadie me de una palmada en la espalda y que me diga que lo estoy haciendo bien. De las únicas personas que valoro su opinión son mi Mamá y mi Papá, y ahora mismo mi Papá esta siendo trasladado al hospital, ¿Crees que me importa esas estúpidas estrellas?- -El va a estar bien- aseguro- -Más le vale, me prometió que iba a vivir hasta los cien años- le dije dejando escapar algunas lagrimas- -¿Cien años?- -Si, cien años. Me lo prometió cuando murió mi abuela- Metí la bolsa de las hamburguesas en mi bolsa de cuchillos al ver que ya casi estábamos cerca del hospital. Tenia mi pequeño bolso colgado en la espalda y al ver que el auto se estaciono lo sujete con fuerza soltando la bolsa de los cuchillos, un instante después puede ver como bajan a mi papá de la ambulancia. -Papi...- Abrí la puerta de golpe y salí lo más rápido que pude para luego corre hacia la camilla. -¡Pa...Papá!- grite llorando al ver como trataban de hacerle RCP- Mi mamá me abrazo y ambas entramos llorando al hospital. El hospital parecía un hormiguero, había tanta cantidad de gente que la espera se hizo eterna, apenas entramos a mi papá se lo llevaron para realizarle algunos estudios, un rato después del RCP notaron que tenia una pequeña hemorragia en su costado así que lo subieron para una cirugía. Las horas se hicieron eternas, parecía que nos lo hacían apropósito, como si les gustara hacernos sufrir. Estábamos sentadas en el piso una abrazada a la otra cuando me di cuenta de que Elliot estaba parado a metros de nosotras junto a Roth así que me pare y camine hasta ellos. -¿Qué quieren?- les pregunte entre dientes tratando de no hacer un escandalo ya que el momento no era el adecuado para esas cosas- -Ver como estabas- Estas vez fue Elliot quien me respondió. Admito que estaba sorprendida pero aun así mi rencor contra el era mucho más grande. -¿Como crees que estoy?, ¿Mmm?. Quiero que se vallan y desaparezcan de mi vida, quiero que desaparezcas de mi vida, deja de seguirme, deja de enviar a tus hombres a seguirme. Déjame en paz- -Sabes que no puedo hacer eso- -Pues busca la manera porque me estoy hartando de esta m****a, estoy harta de ti y de tus estúpidos hijos, llevo aguantándolos todas las malditas noches los últimos cinco años. ¡Salgan de mi maldita vida de una vez!- finalice antes de volver con mi mamá- La mirada de mi mamá hacia el era de puro odio, ¿Y como no?, si la dejo la embarazada y tuvo que cuidarse la espalda desde mucho antes de mi nacimiento. Ambas lo odiábamos pero aun así el no se alejaba, al menos de mi. Unas horas después nos dijeron que ya podíamos pasar a verlo pero solo unos minutos porque estaría en terapia intensiva durante un tiempo. Ambas entramos y sentí como si me estuvieran apretando el corazón con tal fuerza impidiendo que pudiera respirar con facilidad. Verlo conectado a tantos cables y ver esa enorme gasa en su pecho me estaba matando, mi mamá se acerco a el primero para hablarle al oído y cuando termino beso su cabeza para después decirme a mi que hablara con el. Con cuidado tome su mano y me acerque a su oído. -Papi te amo. Te amo mucho...por favor, tienes que ponerte bien, por favor. Recuerda que me prometiste que vivirías hasta los cien años, todavía te faltan mucho así que por favor, tienes que ponerte bien- bese su cabeza con firmeza mientras acariciaba su mano- Te amo mucho- El medico nos dijo que tardaría varios días en despertar pero que cuando lo haga recién ahí podrán evaluaran los daños reales de la reanimación y las consecuencias que puede llegar a tener. Nos dijo que no valía la pena que nos quedáramos a esperar porque no íbamos a poder hacer nada, nos dijo que era mejor que nos vallamos a casa a descansar y a recuperar fuerzas porque las íbamos a necesitar. Al salir al pasillo mi tía Eliana estaba sentada con su esposo sujetando su mano y con la mirada perdida. Al vernos se levanto de inmediato para abrazarnos, les explicamos lo que nos dijo el medico y ella nos dijo que lo que sea que necesitarnos que lo pidiéramos sin problemas. Eliana era la hermana menor de mi papá, solo por seis años. Ella y mi papá eran muy unidos así que lo vivía llamando para ver como estaba y para ver como estábamos nosotras. Mi tía es increíble y lo fue desde un principio, los apoyo y los dejo quedarse en su casa cuando recién mis padres se mudaron a este pais. -¿Mari que vas a hacer?, ¿Segura que queres quedarte en tu casa sola?. Podes venir a casa y de ahí podemos venir las dos al hospital- le sugirió mientras nos diríamos hacia afuera- -Prefiero quedarme en casa y ordenar todo para cuando vuelva Juli- -Yo voy a pasar por casa a buscar algo de ropa y me voy a quedar en casa de mamá un tiempo- les informe- -¿Y el trabajo?- -No puedo pensar en nada que no sea papá, tío- confesé- Físicamente mi papá y mi tío se parecían mucho, ambos eran altos, corpulentos y se estaban quedando pelados por lo que siempre en las reuniones familiares nos terminábamos burlando de ellos. Mis tíos tienen cuatro hijos, Samuel de dieciocho años, Carolina de dieciséis, Franco de once y el más pequeño, Leonel, de ocho años. Era divertido juntarnos a mirar películas con ellos, siempre tenían un tema de conversación para hablar por horas. Al salir note el auto de Elliot estacionado afuera, ese tipo no se cansaba y a mi me estaba agotando la paciencia. Mis tíos se ofrecieron para llevarme a mi casa y esperarme hasta que buscara mi ropa para después llevarnos a casa de mi mamá, al llegar todos nos bajamos y mi mamá preparo cafés para todos, mientras ellos hablaban yo deje mis cosas en la habitación de invitados ya que no tenia habitación propia en esta casa. Después de que mis tíos se fueran le dije a mi mamá que se diera una ducha mientras yo limpiaba y acomodaba todo el desastre que habían dejado los médicos antes de llevarse a papá. Al terminar de limpiar escuche un leve golpe en la puerta y un escalofríos me recorrió la espalda, cuando abrí la puerta note que Roth tenia mi bolsa de cuchillos en su mano. -Te los olvidaste en el auto- me aviso entregándome la bolsa- -Gracias- le respondí sin ánimos de entablar conversación- -¿Como esta tu papá?- -El medico dijo que va a tardar unos días en despertar y que recién ahí van a poder evaluar los verdaderos daños- -¿Necesitas algo?- -Que me dejen en paz. Lo digo enserio Roth, estoy a nada de un colapso metal enorme y siento que es demasiado para mi...ya no puedo soportar más presión de ningún tipo en mi vida- confesé respirando hondo para no llorar- Ya no puedo más...- El me abrazo por unos minutos para después besar mi frente y volver al auto. Solo esperaba que haya entendido y me dieran el espacio que necesitaba. Respire con pesadez y cerré la puerta mientras me repetía que debía ser fuerte por mi papá. Con el pasar de los días el dolor en mi corazón se volvía más y más grande hasta llegar al punto de comenzar a llorar sin razón todo el tiempo. También tenia insomnio, al punto de llevar varios días sin poder dormir, me sentía tan mal que en plena visita a mi Papá termine desmayándome frente a Roth quien había ido a verme al hospital porque Elliot quería hablar conmigo. Después de que me revisaran el medico fue muy claro conmigo, si no comía y descansaba bien podría llegar a tener un infarto como mi papá, eso descoloco a mi mamá y su mirada hacia mi me dio miedo, que por primera vez en años sentí el terror puro recorriéndome las venas nuevamente. Cuando llegue a casa de mi mamá al día siguiente había recibido varios ramos de rosas con tarjetas de "Mejórate", y algunas cajas de bombones. -"¡Mejórate!". Como si fuese tan fácil, gente estúpida- comenté dejando las flores donde estaban- -No seas así. Si te las mandaron...- -Fue para hacerse ver madre, no porque en verdad les importe. Solo son un montón de ricos estúpidos que creen con un "Mejórate" uno se va a curar de milagro- -Tu elegiste esa vida hija- No, no fue así, yo elegí esto solo para ganar dinero y darles una buena vida a ustedes, aunque si le decía eso me iba a dar vuelta la cara de un cachetazo. -Yo elegí cocinar, no tener que aguantar a ricos estúpidos- mentí mientras revisaba la caja de bombones- -Pero sin esos ricos estúpidos no hubieras llegado a donde estas- -Mi talento me llevo a donde estoy, no ellos- -El boca en boca te llevo a donde estas hija, se más amable- -Seguro, voy a tomar las flores y les voy a tomar una foto para publicarlas en mis redes sociales para agradecerles. ¿Qué te parece?- -Si dejas ese tono de sarcasmo de lado, me parece bien- Revolee los ojos y comencé a juntar las flores y las cajas de bombones que me regalaron para tomarles una buena foto y así publicar en mi I*******m para agradecerles el apoyo. Lo bueno es que ni Elliot ni Roth habían aparecido para molestarme estas ultimas semanas, lo cual me puso contenta al ver que por fin me habían dejado en paz. Unas semanas después a mi papá le dieron el alta y por fin pudo volver a casa aunque para eso tuve que contratar a una enfermera para que ayudara a mi mamá con todo lo que pudiera con respecto al cuidado de mi papá. Me quede en casa de mis padres por un tiempo más ayudando a mi mamá y con respecto al trabajo había sacado vacaciones, gracias a Dios había dejado a Freddie a cargo de la cocina o seria todo un desastre. Unos días después mientras regresaba a mi casa de visitar el restaurante para ver como iba todo sentí una pequeña descarga eléctrica recorriéndome el cuerpo haciendo que cayera de rodillas al piso y poco a poco mi visión se fue volviendo cada vez más oscura. Me desperté con un horrible dolor de cabeza y escuchado los gritos de un hombre de fondo así que me senté rápido en la cama, tuve que parpadear varias veces al notar que esta no era mi casa y que esta no era mi cama. Al pararme sentí como me temblaban las piernas así que tuve que volver a sentarme, la habitación en si era enorme, con su propia sala de estar incluida y se veía realmente moderna, predominaba mucho el color blanco y la madera oscura dándole un toque elegante al lugar, la cama también era enorme y todo en ella era blanca. Me pare con cuidado y me puse mis botas militares negras, mis demás cosas estaban en una pequeña mesa al costado de la cama así que las tome y me dirigí a la puerta para salir del lugar. Al terminar de bajar las escaleras me lleve con la sorpresa de que Elliot estaba sentado en un sofá individual viendo seriamente al chico que le estaba gritando al hombre frente a el, reconocí al chico enseguida, era el mismo al que le pegue hace como cuatro meses atrás más o menos.Flashback.
Llevábamos toda la noche trabajando de un lado haca el otro porque hoy a todo el mundo se le había ocurrido pedir ostras y pasta, también me habían para llamado para felicitarme por la comida una quince veces y ya estaba hasta la m****a.
-Otro cliente quiere verte- comento Robert uno de los meseros- Y te aviso es un idiota con todas las putas letras- -¡Ah no es cierto!. ¿Los del tipo que manosea o del tipo que se cree mucho?- -Del tipo que se cree mucho- aseguro antes de fingir una sonrisa y salir por la puerta- -Dame paciencia Zeus o voy a matar a alguien- Al salir, el restaurante estaba lleno, casi abarrotado de gente así que fingí la sonrisa más falsamente creíble y camine detrás de Robert para que de guie hasta la mesa en cuestión. Cuando llegue un tipo de no más de veintitrés o veinticuatro años estaba sentado contra la silla mirándole el culo a las camareras cuando pasaban. <M****a, es de esos>, pensé antes de saludarlo. El tipo en si no era nada feo, se notaba que iba al gimnasio y que le encantaba presumirlo, también tenia algunos tatuajes en su brazo izquierdo, el pelo en forma de libro pero de manera sexi y algunos aritos de diamante en su oreja derecha. El típico mocoso rico que vive gastando el dinero de papá. -Buenas noches- salude cortésmente aunque hubiera preferido tomarme un litro de cloro- -Estas más buena que en las fotos- comento viéndome de arriba a abajo- Aunque algo caderona para mi gusto- <O me contengo o lo apuñalo con la tenaza del cangrejo que tiene en su plato>. -¿Disculpe?- le pregunte sin apartar mi vista de sus ojos- Su comentario había hecho eco en casi todas las mesas alrededor nuestro y eso era malo. -Que si no fueses tan grande de caderas probablemente te cogería delante de todos estos imbéciles- -¿Qué?- le pregunte atónita- Los comentarios alrededor no se hicieron esperar y eso me ponía nerviosa. Sin contar con que Elliot Ellis estaba sentado comiendo a un par de mesas con su hija Marie, la cual no le quitaba la vista de encima al idiota tatuado. -Es un halago para felicitarte por tu comida, esta bastante buena- comento mientras movía las tenazas de un lado a otro con su cuchillo- ¿Qué?, ¿Nunca te dijeron que tu comida estaba tan buena que daban ganas de cogerte?- -¿Nunca te dijeron que hablas de más?. Agradezco que te guste la comida pero esas obscenidades estuvieron de más. En este restaurante no se permite acosar así a sus empleados- le explique calmadamente ya que todos me observaban- -¡Oh vamos!. No lo dije para ofenderte gordita, lo dije como un cumplido- sonrió enseñándome sus perfectos dientes blanco- -Deberías ser un poco más respetuoso no solo conmigo sino con todos en este restaurante y aun más con tu acompañante- -Solo es la zorra con la vine, a no ser que quieras tomar su lugar- Ignore su comentario y trate de irme pero al hacerlo se levanto de su asiento y tomo mi muñeca con fuerza jalándome hacia el. -A mi nadie me deja hablando solo gordita- La voz en mi cabeza me suplicaba que le diera una paliza así que no me resistí más y le di un cachetazo con los dedos abiertos para que lo sienta aun más, a lo que el me soltó enseguida para llevarse la mano a su cara. -¿Como te a través?- pregunto completamente enojado dando un paso hacia mi pero me adelante y me pare adelante de el haciéndole frente- -¿Como te a través tu a faltarme el respeto de esa forma?. Y no solo a mi sino a cada comensal en este establecimiento, eres un mal aprendido y vulgar mocoso que no tiene idea en donde esta parado. No solo me haz faltado el respeto sino que también me haz humillado adelante de todo el mundo- Hice una seña para que los de seguridad viniera por el y así lo hicieron. Al llegar lo tomaron con fuerza de los brazos. -¿Quién demonios te crees que eres, no sabes quien soy?- -Un mocoso que se atrevió a faltarme el respeto a mi y a mis comensales. Sáquenlo de mi vista o llamare a la policía por acoso- Los guardias se lo llevaron prácticamente a rastras y la mujer que venia con el no sabia que hacer así que me acerque de nuevo a su mesa. -Por favor, invita la casa por el mal momento que ese tipo te hizo pasar. Pide lo que quieras- -Yo no tengo mucho dinero para pagar- -No te preocupes, como dije, invita la casa- le sonreí- Después de gire y me disculpe con todos los clientes por el mal momento que el tipo les había hecho pasar, algunos me llamaron para felicitarme por el manejo de la situación otro me llamaron para preguntarme si estaba bien. Incluso Marie se acerco a mi para preguntarme si estaba bien, le respondí rápidamente que si, le agradecí su preocupación y volví a la cocina para no tener que seguir viéndolo a Elliot.Fin del Flashback.
Los ignore por completo y me dirigí hacia la puerta, la cual estaba cerrada con llave.
<Lo que me faltaba>, pensé respirando hondo. Regrese sintiendo las miradas de los tres hombres sobre mi, me pare adelante de Elliot sin ninguna expresión en mi cara. -¿Donde esta la llave?- -No saldrás hasta que hablemos- -No tengo nada que hablar contigo. Dame la llave- El se levanto de su asiento y al hacerlo quedo como a un metro de mi, era mucho más alto que yo en todo sentido, el media uno noventa y uno según el internet y yo apenas llegaba como al metro sesenta y tanto, era un hobbit a su lado. Pero si creía que con eso iba a intimidarme, estaba completamente equivocado. -Dame las llaves- le ordene dando un paso más hacia el- -Ya te dije que no hasta que hablemos- explico lo más calmado posible y con un toque de diversión en sus ojos- -¿Te parece divertido?- le pregunte algo irritada- -En absoluto- Ese diminuto tono de burla en su voz me exasperaba al punto de querer romperle la cabeza con un cenicero. Me di la vuelta y comencé a revisar por todos lados en busca de la llave hasta que note que la puerta tenia un tablero a su lado. <Carajo, no. Puta puerta de la m****a misma> pensé pegando mi cabeza a la puerta. -Te dije que no tenia la lleve- se burlo abiertamente- -¿Qué carajos quieres de mi?, ¿Mhmm?, ¿Vas a matarme de una vez por todas?- le pregunte acercándome a el de nuevo- Porque si soy honesta me quitarías un enorme peso de encima- -No vas a morir, eso te lo aseguro- -¿Por qué no?. Después de todo tener que verte a ti y a tus estúpidos hijos todos los putos días de mi vida es como si me estuviera muriendo en vida- No respondió pero note que se estaba enojando y yo igual. -Abre esa maldita puerta- gruñí- Ábrela o te juro te mato- -¿Quiero ver que lo inten...- Le di un cachetazo con toda la fuerza que tenia en mi brazo y no me detuve, le di uno tras otro hasta que mis cachetazos se convirtieron en puñetazos. El por su parte trato de pararme tomándome de las muñecas pero seguí intentando golpearlo con mis piernas obligándolo a ponerme de espalda y pegarme a su pecho sosteniéndome con fuerza para que me detuviera. -¡Suéltame!, ¡Te voy a matar, estas muerto!, ¿Quién demonios crees que eres para secuestrarme así?. ¡Maldito infeliz!, ¡Suéltame!- le grite una y otra vez sin dejar de moverme a lo que el me lanzo contra el sofá más grande- Me pare para volver a atacarlo pero esta vez me paro con un cachetazo. Me había pegado. -¡Yo soy tu padre mocosa y mi me respetas!. Yo fui quien puso un plato de comida en tu mesa cada noche, yo era quien pagaba tus estudios, yo fui quien sostuvo a tu familia durante años. No el inútil de tu padrastro y ciertamente no la inútil de madre- No iba a llorar, no iba a darle el gusto de verme llorar, podía sentir como algo caliente recorría mi mentón. -Tu no eres mi padre...- respondí con odio en mi voz, levante mi cabeza para mirarlo fijamente-...¿Tú pusiste un plato de comida en mi mesa?, ¿Estás muy seguro de eso?. Porque hasta donde yo recuerdo pase hambre toda mi infancia, ¿Sabes que había para comer la mayoría de las noches?. Un te con galletas porque apenas nos alcanzaba para comprar eso. ¿Eso para ti es poner un plato de comida sobre la mesa?- me burle con lagrimas en los ojos- Recuerdo que por años comimos solo una vez al día y cuando teníamos suerte comíamos dos, y eso era porque mi mamá trabaja limpiando casas mientras que mi abuela con setenta años seguía trabajando en un almacén que por suerte nos regalaba cosas de vez en cuando. Tu jamás me diste nada, estudie en una escuela publica hasta que entre como aprendiz en un resto bar en donde me pagaban el mínimo y debía quedarme hasta las dos o tres de la mañana y después debía regresarme a mi casa sola caminando porque no podía permitirme el pasaje del micro. ¿Crees que enviarme una asquerosa torta en mi cumpleaños iba a cambiar algo?, ¿Sabes que hacia con esa torta?. La dividía y la repartía a mis vecinos para agradecerles el que nos ayudaran cada vez que nos cortaban la luz o el gas por no pagar. Tu jamás hiciste nada por mi. Mi mamá nunca recibió un solo peso de tu parte, y cuando Julián llego a nuestras vidas nos trato como reinas desde el primer momento a pesar de no tener mucho que ofrecernos, el si se comporto como un padre. El estuvo ahí cuando lo necesite, cuando llovía y le tenia pánico a los truenos, el estaba ahí. Cuando intentaron abusar de mi a la salida del trabajo, si no fuera por el, hoy no estaría parada frente a ti escuchando como te jactas de cosas que jamás haz hecho. Tu para mi no eres nada más que una sombra que me ha atormentado toda mi jodida vida- -Eso es mentira. Yo enviaba a tu madre un cheque por doscientos mil dólares todos los meses. No seas mentirosa- -¿Entonces Roth nunca te conto cuando le entregue la carta que tu esposa le escribió a mi madre diciendo que jamás vería un solo centavo de tu parte?. Deberías hablar con el antes de decir estupideces- finalice secándome las lagrimas- Abre esa puerta y desaparece de una vez de mi vida- -¡Roth!- grito enojado frente a mi- Unos minutos después escuche la puerta abrirse y cerrarse. -¿Ella te entrego una carta hace años que era de mi esposa?- pregunto serio, tan serio que hasta daba miedo- -Si señor- -¿Por qué nunca me informaste?- indago entre dientes- -La señora me lo prohibió, ella se dio cuenta de que yo tenia la carta y la quemo frente a mi, amenazo con despedirme y en ese entonces mi hijo apenas era un recién nacido. No tuve otra opción señor. Lo siento- -¿Qué decía la carta?- le pregunto apretando sus puños- -Que la señora Mariana y su pequeña...bastarda jamás recibirían un centavo que les perteneciera a su hijos. Haría su vida miserable si se atrevían a intentar contactarse con usted para contarles lo que les dijo- -Como te dije. Mi madre, mi abuela y mi papá se partieron la espalda para que yo pudiera estudiar y así tener una oportunidad de ser quien soy hoy en día. Tu para mi no eres nada y jamás serás nada- exprese mirándolo a los ojos- Me aleje caminado para después subir escaleras arriba y entrar a la habitación en donde me desperté. Abrí la ventana del balcón y al salir mire hacia abajo para ver que tan alto estaba. Estaba alto pero no tanto así que me ate el pelo en una cola de caballo y poco a poco y con cuidado comencé a escalar hacia abajo para poder bajar. Cuando estaba a unos metros me solté, caí de pie y termine de rodillas sintiendo un calambre en las dos piernas, observe el lugar con detenimiento y comencé a escuchar ruidos de autos no muy lejos por lo que comencé a correr hacia el sonido. Al llegar me di cuenta de que el lugar era un barrio cerrado así que tuve que caminar un largo tiempo hasta llegar a la garita ya que nadie se paraba ayudarme. Cuando llegue a la garita vi el auto de Elliot acercándose a lo lejos así que me escondí detrás de unos arbustos a esperar a que se fuera. Tardo bastante pero cuando se fue salí despacio de donde estaba y tome mi teléfono para pedir un taxi. Mientras caminaba me di cuenta de que un auto me seguía así que acelere el paso pero este se adelanto y se puso adelante de mi impidiéndome seguir caminado. La puerta de este se abrió dejando ver al chico degenerado del restaurante. -Si que diste un buen show gordita- -¿Por qué no te vas un poco a la m****a?- le pregunte mientras rodeaba el auto- -No te enojes conmigo, después de todo yo no te abandone- -Muérete- -¿Qué dijiste?- le pregunto poniéndose a mi lado- -Muérete- -Oh, que raro. Entendí cógeme- -Eres un asco. De muérete a cógeme hay una enorme diferencia- -Ni tanto, ambas producen placer- -En cierto modo- -Si quieres podemos coger, no me molestaría- -Preferiría usar un consolador de púas- -Podemos incluirlo también si quieres, soy muy abierto a probar cosas nuevas- -¿Por qué no pruebas ser más educado maldito idiota?- -Mira quien lo dice. Nos estamos alejando demasiado del auto- -Es tu problema no el mio- -Es tuyo, porque si quieres ir a ver a tus padres antes de que el señor Ellis llegue vas a tener que venir conmigo- -¿Qué dijiste?- me quede estática al instante- -Que tu padre esta yendo a tu departamento para encontrarse con tus padres- me respondió con una sonrisa- -Más te vale por tu vida que sea cierto o te juro que voy a matarte y a cocinarte- -Tu tienes más grasa que yo, tu vas a salir más rica- -Más rica la patada en la cara que voy a dar maldito idiota- murmure volviendo hacia su auto- Comenzó a reírse sin parar mientras entrabamos al auto. Necesitaba autocontrol o lo voy a matar de en serio.