Capítulo 193.
El castillo de Highclere no estaba preparado para ella. No para la imagen que proyectaba, porque la delicadeza de su andar se mezclaba con lo hipnotizante de su vestido, ya que no sólo el color blanco la acompañaba ese día.
Las puertas de roble se abrieron como si se apartaran por sí solas ante algo inevitable. El suelo de mármol pareció tensarse bajo su primer paso. Y entonces la música empezó; no fanfarria, no cuerdas triunfales, sino un piano grave, una pieza instrumental distorsionada como sacada de una función de ballet oscuro. “Nocturne in C-sharp Minor”, acompañó a la inglesa en su primer paso.
Harper apareció envuelta en un vestido blanco con alma negra y un corazón rojo.
Era una obra imposible, menos para Luisa, ya que había logrado darle vida en una sola pieza a una unión entre realeza y ruina, belleza y veneno. El corsé entallado delineaba la figura de la pelirroja con bordados negros que trepaban como raíces venenosas desde la cintura, cruzando el torso hasta fundirse con