Capítulo 26

El hambre le hacía estragos y su cuerpo estaba muy débil ya. Cayó sobre la grama y lloró por la frustración.

—Arthur... —balbuceó antes de cerrar sus ojos.

(...)

 —¿Dónde está? —Arthur buscaba desesperado, su habitación estaba desordenada y con las gavetas abiertas.

 —¿Qué pasó aquí? —Anabela se espantó al ver el desorden.

 —¿Quién entró a mi habitación? —preguntó con voz temblorosa. No podía creer que la había perdido.

 —Nadie entra a tu habitación a menos que sea para hacer la limpieza. —Anabela se le acercó y le rodeó el cuello con sus brazos.

 —Tú acabas de entrar y no vas a hacer la limpieza. —Él suspiró y Anabela

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