Los movimientos continúan, sus feromonas llegan a su punto de locura más grande y yo estoy contra el espejo recibiendo cada ataque mientras mi intimidad se moja cada vez más.

‘Esto no debería estar sucediendo.’ Me digo mentalmente.

— Solo te quiero a ti, mi angelita, solo tú puedes tenerme y doblegarme cuantas veces quieras. — dice Lucifer mientras gime.

Nuestros cuerpos parecen decidir por su cuenta, porque yo llego a un nivel grande de excitación sin ser penetrada por el hombre que no me hace sentir temor por ello, si no que me incita a desearlo… a desear mucho de él.

‘¿Cómo puede hacerme esto cuando se supone que soy una mujer determinada y que estoy muy molesta con él?’ me pregunto mentalmente.

— Oh, querida, te siento tan bien. — dice Lucifer.

Ni yo misma creo en lo que pasa, pero, los gemidos y el deseo que corre por mi cuer