Por un momento pensé que el loco iba a decir que se enamoró de mí y vaya que me alegra que no sea así, porque apenas he escapado de esos bastardos lobos con los que tengo una conexión sanguínea, para estar en la mira de un desquiciado con mucho poder.
‘Casi no vivimos para contarlo.’ Me dice Lía y yo percibo que el peligro aún no se ha ido. — Hablemos, por favor. — Eso es lo que estamos haciendo. — Sé que me conoció en una situación extraña. — He visto cosas más extrañas, pero, causadas por mí. Sin embargo, no voy a robarte el crédito… porque fue bastante extraño que alguien en medio de las pierdas hablara en medio de una noche tan oscura. ‘Diosa Luna, ¿esta fue la oportunidad que te pedí y decidiste darme? ¿No pudiste colocarme en un nivel más fácil o por lo menos, con un hombre menos complicado?’ me pregunto mentalmente. — Señor Lucifer, quiero que entienda que no estoy en condiciones de concebir un hijo. — ¿No quieres ser madre? — ¿Cómo voy a querer serlo si vivir ha sido tan difícil para mí? — pregunto y él suspira profundo. Aunque creo que va a decirme alguna tontería, lo que hace es retroceder y quitarse la camisa. Rápidamente, cubro mis ojos porque lo que menos quiero es que literalmente me haga un hijo en estos momentos. — Abre los ojos. — ordena él. — No quiero. — Créeme que no te estoy preguntando, te estoy dando una orden. Puedes cumplirla y que todo esté bien o probar como soy yo cuando ordeno algo y no me obedecen. Lo que si debes saber es que hasta el momento, nadie se ha ido de mi vista sin darme lo que exijo. — dice él con su voz fría y tenebrosa. ‘Lo mejor es que lo abras, Angela.’ Me dice mi mente. — Ya los voy a abrir. — digo con miedo. — Solo hazlo, no necesitas informarme lo que vas a hacer, solo hazlo. — dice él y yo puedo ver el enojo que su mirada tiene. — Los tengo abiertos. — Mira mi pecho. — No, sus ojos están… — Que mires mi pecho. — ordena él con frialdad. Aunque su voz demandante causa miedo, él no ha intentado pegarme, en cambio con mis hermanos, ya tuviera al menos tres patadas. Es por eso que no lloro ni suplico, porque aunque si se ve como alguien peligroso, no es lo suficientemente malo para que yo tenga que suplicar. — Mira mi pecho. — ordena de nuevo y aunque quiero concentrarme solo en sus músculos, es imposible para mí hacerlo al ver todas las cicatrices que sobresalen incluso de las heridas comunes que cicatrizan a través del tiempo. — ¿Cómo es posible? — Yo también he tenido una vida terrible, pequeña. Así que, sé que no serás como esas lobas que solo van por el dinero y no saben que es tener una vida difícil además de no hablar con sus mejores amigas o partirse una uña. ‘Bueno, parece que tiene un poco de razón, pero, eso no me da motivos para que conciba a su hijo.’ Le digo a Lía y ella asiente. ‘Tienen afinidad, pero, no podemos centrarnos solo en eso.’ Me dice Lía y lo que menos me importa es tener afinidad con alguien, porque ahora mi prioridad es sobrevivir por mi cuenta y que mientas hago eso mi familia no me encuentre. — Lamento que… — No, yo no te he mostrado mis heridas para que me tengas compasión, lo he hecho porque quiero que comprendas que yo no soy un lobo que la ha tenido fácil y si te digo que tengas a mi hijo es porque lo he pensado seriamente y tengo la capacidad económica, emocional y psicológica para lidiar con el papel de padre. No dudo que sea así, por lo menos, en lo económico, ya que, la sola habitación se ve muy lujosa. Sin embargo, no puedo evitar preocuparme, cuando es evidente que no es mi momento para tener hijos y menos con alguien que no conozco. Además, aunque me ofrece ayuda, no puedo precipitarme así cuando no todo es perfecto. La vida no es así de sencilla. — Señor Lucifer, me hace feliz que me tenga en tan buen concepto para tener un hijo. — No alargues tu respuesta ni creas que eres la mujer más hermosa del mundo. Solo me interesas porque eres una omega que tolero, la has pasado difícil y no pareces una tonta. — dice él y yo trago duro. — Bueno… lo comprendo, pero… — Te lo dije antes, nadie se va sin darme lo que necesito. Así que, pequeña… — ¿Por qué debo ser yo? No entiendo que es lo que pasa. — Porque no me tienes miedo ni tampoco eres una mujer ambiciosa por mi dinero. Tu olor no me resulta repugnante, no tienes el olor de otro lobo en ti y lógicamente no te has vinculado con nadie. >> Así que, eres la candidata perfecta para tener mi descendencia. Con eso me libro de varios problemas que no puedo eliminar matando y tú tendrás el respaldo que tanto te ha hecho falta, querida. — dice él pegándome su cuerpo y vaya que siento la herramienta con la que piensa embarazarme. Está sin camisa, su calor corporal ha hecho que mi vestido se moje y pueda sentir su piel como si no tuviéramos una tela intermedia. ‘Santo Dios, viendo lo positivo de esto, no es un anciano y es un hombre muy atlético.’ Dice Lía como si ese comentario me ayudará a salir de este problema. — Señor… — Te salvé de morir ahogada. Así que, también cuenta como pago aceptar tener a mis hijos. — Soy virgen, no podría lidiar con su intimidad sin morir en el intento. Así que, no puedo. — digo y él sonríe por primera vez desde que nos conocimos. — Oh, entonces esa era tu preocupación. ‘¿Quién no se preocuparía ante una situación que puede considerarse un acto suicida si accedo a tener sexo con él?’ me pregunto mentalmente. — Señor Lucifer… — Tengo eso resuelto. — dice él y yo lo dudo. ‘¿Habrá un registro de cuantos omegas han muerto intentando tener sexo con los alfas? No, ¿Este alfa tendrá un registro de cuantos de nuestra especie han muerto intentando tener sexo con él?’ me pregunta Lía y yo entro en pánico.