Punto de vista de Lino
La vi irse, sintiendo un nudo en el estómago. La culpa por la confesión de la noche anterior seguía fresca, pero ahora otro secreto me pesaba. Negué con la cabeza, intentando concentrarme en prepararme para el día.
En el comedor, Delilah ya estaba sentada, revisando su teléfono. Me senté frente a ella, jugueteando con mi corbata. Levantó la vista, con el rostro iluminado.
"¿Dormiste mejor después de nuestra conversación?", preguntó con un tono ligero y esperanzado.
"Sí, un poco", mentí, forzando una sonrisa.
Asintió, aceptando mi respuesta al pie de la letra. "Lo he estado pensando mucho, Juan", dijo, dejando el teléfono. "Ha sido increíble, ¿no crees?"
"Sí, sí", asentí, sintiendo una punzada de inquietud.
Los ojos de Delilah buscaron los míos y preguntó: "¿La tocaste?".
La pregunta flotaba en el aire entre nosotros, una pesada e invisible carga. Tragué saliva con dificultad, con el corazón acelerado. "No", mentí, con la palabra amarga en la lengua. Pero entonce