Punto de vista de Dalma

Corrí.

El sudor perló mi frente al pisar el pavimento, el eco de mis pasos resonando en las estrechas y silenciosas calles. Sentía el corazón latiéndome con fuerza en el pecho, la adrenalina recorría mis venas. Cuanto más me acercaba a una esquina, más relajada me sentía.

Miré hacia atrás y vi a los dos hombres que aún me seguían, con el rostro desencajado por la rabia. Volví la cabeza hacia adelante y sonreí.

Perfecto.

Me lancé a un callejón oscuro, con la respiración agitada, no por el esfuerzo, sino por la anticipación del plan perfecto que había urdido hacía poco. Los muros se alzaban imponentes, el callejón se estrechaba hasta convertirse en poco más que un pasillo entre los edificios. Me detuve cerca de un callejón sin salida, doblándome sobre mí misma, fingiendo agotamiento, con las manos sobre el pecho.

Los hombres aminoraron el paso al acercarse, con una mueca de desprecio dibujada en el rostro del más alto. —Mírala —dijo con voz cargada de condescende