No estaba segura del recuerdo del niño. Su rostro era borroso, una imagen fugaz en mi mente que no podía comprender. ¿Era el embarazo lo que afectaba mi memoria o simplemente el paso del tiempo? Negué con la cabeza, intentando concentrarme en el presente y la tranquilidad que me rodeaba.
Mientras descansaba sobre la manta, mis ojos se llenaron de pesadez, arrullados por los relajantes sonidos del parque. Estaba a punto de dormirme cuando, de repente, una pelota voló hacia mi cara. Instintivamente, levanté las manos para protegerme, pero la pelota no me impactó.
En cambio, se oyó un fuerte crujido y disparos. El corazón me dio un vuelco al ver el caos que se desató a mi alrededor. María gritó, lanzándose al suelo, y sentí unos brazos fuertes que me jalaban hacia abajo justo cuando sonaban más disparos. El parque, antes un remanso de paz, se convirtió en un caos.
"¡Tírate al suelo! ¡Quédate abajo!" Uno de los guardias gritó, su voz apenas audible por encima de los gritos y disparos. Pod