Marina se apoyó en el sofá para levantarse, lanzándole a Sergio una mirada burlona con frialdad:
—Ya te dije lo que querías saber. ¿Ya puedo irme?
—¡Espérate un poco! —Sergio le agarró la muñeca:
—¿A dónde vas? ¿Vas acaso a buscar a Xavier?
—¡Suéltame!
Marina apartó la mano de Sergio con brusquedad y le respondió con frialdad:
—Adónde voy es asunto solamente mío, no tuyo.
—¡Pero eres mi esposa carajo!
Sergio dio un paso adelante, acercándose a Marina mientras se ajustaba la corbata:
—¿No te gustaba anteriormente? ¿No querías estar conmigo? Ahora te voy a cumplir ese deseo, pero no pienses en ir a buscar a Xavier.
Marina se sorprendió:
—¡Sergio! ¿Te enloqueciste?
—¡Sí, estoy loco! ¡Loco por haberte dejado salir a callejear tanto tiempo!
Sergio le apretó la muñeca a Marina y la empujó de nuevo al sofá, con los ojos llenos de posesividad:
—Esta noche no vas a salir de esta casa.
—¡Sergio! ¡Suéltame!
El esfuerzo de Marina solo enfureció más a Sergio.
—¿Soltarte? ¿No era eso lo que quer