El amanecer pintaba el valle con tonos dorados y naranjas, iluminando la fortaleza del linaje Vorlak como si celebrara la nueva era que comenzaba. Ciel caminaba entre los jóvenes portadores, observando cómo practicaban con dedicación y entusiasmo. Cada uno de ellos llevaba una chispa de potencial, pero también el respeto por la responsabilidad que la marca del eclipse implicaba.
—Recuerden —les decía Ciel mientras ajustaba su postura—, no se trata solo de poder. Se trata de entenderlo, controlarlo y usarlo para proteger a quienes dependen de nosotros. La fuerza sin propósito es peligrosa, y la estrategia sin conocimiento es inútil.
Ian supervisaba desde un lateral, corrigiendo movimientos, reforzando técnicas defensivas y enseñando a leer patrones de combate. Su paciencia y experiencia transmitían a los jóvenes la seguridad de que la preparación era la clave de la supervivencia.
—No se precipiten —les recordaba—. La batalla no siempre se gana con velocidad, sino con precisión, coordin