Capítulo 80

Ian se interpuso entre Ciel y la sombra de Artaxiel, aunque apenas podía sostenerse. Sus ojos brillaban con un dorado desafiante.

—¡No volverás a tocarla! —rugió, levantando la mano, liberando un estallido de energía que iluminó el campo como un sol en miniatura.

Artaxiel no se inmutó. Sus ojos como brasas negras se posaron en Ian con desprecio.

—¿Tú? Un niño jugando a ser heredero. Eres solo una chispa en la tormenta que yo creé.

Jordan apareció al lado de Ciel, tomándola del brazo para apartarla de la batalla. Su voz fue grave, pero firme.

—Ciel, no lo escuches. No mires su sombra. Mírame a mí. Tienes que mantenerte en pie.

Ella lo miró, los ojos bañados en lágrimas negras y plateadas.

—No puedo… está dentro de mí, Jordan… —su voz se quebró—. Siento que si respiro demasiado fuerte, lo desato otra vez.

Jordan apretó la mandíbula, pero suavizó el tono al acariciarle la mejilla.

—Entonces no respires sola. Yo estaré contigo.

Ian giró de golpe al escuchar esas palabras, los colmillos ap
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