Capítulo 37

Al día siguiente me levanté sin hacer mucho ruido. Había logrado no despertar a Elect, a quien me preocupé de dejarla tapada considerando el frío que hacía ahí, tan cerca de las montañas en pleno invierno. Luego me dirigí a la sala y descubrí que la puerta de salida estaba abierta. Me disponía a abandonar el departamento cuando Javo me atajó.

— Quieto ahí, winner —Dijo, apuntándome con una pistola.

Me quedé tranquilo. Ni siquiera me di el trabajo de subir los brazos. El rostro de Javo era simplemente desquiciado.

— ¡Disparame! —Dije, pensando qué tal vez estaba soñando.

Últimamente me daba la impresión de que los sueños se mezclaban con la realidad y eso no era algo bueno. Lo mejor que se podía hacer era ponerle fin a todo eso.

— ¡Mak! — Oí.

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