Tras un largo rato besándonos no apuntábamos más que a eso; besarnos y lamernos. Ninguna de nuestras zonas erógenas eran incorporadas a aquella rutina y yo estaba relativamente bien así.
— Mak— Dijo Elect.
— ¿Que pasa?
Esa voz sexy la hallé demasiado triste.
— ¿No te gusto, verdad?
No sabía si estaba hablando en serio o no, por lo que me puse de pie y encendí la luz. Los rostros me proporcionaban mucha más información que las palabras y al parecer ella lo sabía.
— ¿Como no me vas a gustar? —Dije—Mirate. Fíjate cómo te miro.
El rostro de Elect era demasiado infantil en ese momento.
— ¿Entonces por qué no haces las cosas que hacen los hombres cuando están calientes?