｡ ٬٬⌠ Claudia ⌡‧₊˚

El eco de los aplausos todavía vibraba en mi mente cuando cerramos la puerta del salón donde había sido la conferencia. Sentía mis mejillas encendidas, no por vergüenza, sino por la adrenalina de haber enfrentado a tantos periodistas y salir viva de ello. Había hablado con firmeza, con la voz que me temblaba apenas lo suficiente para parecer humana pero no para mostrar debilidad. Por primera vez, después de semanas, sentí que el mundo empezaba a escucharme.

Esa noche dormí poco, pero dormí con algo que había olvidado: la esperanza.

Al día siguiente, la sensación de triunfo todavía me envolvía. Encendí el celular y abrí las noticias. Los titulares eran alentadores: