。 ٬٬⌠ Claudia ⌡‧₊˚
El sonido metálico de un taladro fue lo primero que escuché al llegar a casa de Marian esa mañana. Me detuve en seco, sintiendo el zumbido recorrerme los nervios. Connor estaba en la entrada, hablando con un hombre de traje negro y auricular en la oreja, mientras otros instalaban cámaras de seguridad en las esquinas del pasillo.
—¿Qué es todo esto? —pregunté, frunciendo el ceño mientras avanzaba unos pasos.
Connor se giró hacia mí, impecable como siempre, con esa calma imperturbable que a veces me desesperaba y, otras, me sostenía.
—Refuerzos. —Se acercó y su mano acarició mi hombro con suavidad, como si quisiera tranquilizarme—. No vuelvo a dejar que tú o Venus estén en riesgo.
Marian apareció detrás de mí, cruzando los brazos, con el rostro tenso mientras observaba los movimientos de los guardias.
—Esto parece una cárcel —dijo, aunque su voz sonaba más cansada que molesta.
Connor le sostuvo la mirada.
—Prefiero que parezca una cárcel a que alguien logre entrar y