Por Edgardo
-¡Papito, te quiero!
Dijo de pronto Candela mientras que me abrazaba y lloraba con desgarro.
Su sentimiento es profundo.
Yo no aguante más y lloré junto a ella.
-No lo quiero a él.
Me dice y sé que es verdad, solo espero que me siga prefiriendo, tal vez soy egoísta,
pero siempre la consideré mi hija.
-Yo te adoro, cielo y desde que le propuse a mamá hacerme cargo de vos y casarnos, te sentí mi hija, sos parte de mi alma.
-¿Te enamoraste de mamá cuando la viste?
Su pregunta me descolocó.
-Sí, pero mami era menor de edad y yo le llevo casi 8 años, no correspondía que me acerque.
-Es una lástima que no lo hayas hecho, porque hasta podrías haber sido mi padre biológico, aunque eso no es tan importante, porque para mí no existe otro papá.
-Chiquita, te adoro y te juro que no hay diferencia en lo que siento por vos y por Leandro, los amo a los dos por igual.
-Es verdad, nunca hiciste diferencia, gracias.
-No me digas gracias, porque si alguién tiene que agradecer, ese soy yo, p