Belén frunció el ceño. Eva y Rita, eran muy persistentes y nunca podían deshacerse de ella.
Había ido a la universidad del distrito imperial para buscar a Sebastián. Pero él había asustado tanto a la madre de Daniel, Bella, que era difícil encontrarlo, por lo que no había podido localizarlo desde que entró a la universidad. Quería adaptarse al ambiente y comprender cómo era desde adentro antes de continuar buscándolo.
Sin embargo, las chicas de las que no podía deshacerse eran un mayor problema para ella. No obstante, por lo que parecía, era posible que pudiera deshacerse de Eva.
Planear algo y no lograr buenos resultados, haría que se enojara.
Con lentitud, sacó el teléfono para mandar un mensaje que había redactado antes. Dudó un segundo sobre el nombre de Daniel y decidió teclear en el número de Amílcar. Como Daniel estaba ocupado, decidió no molestarlo.
En la puerta del aula, Piero recibió a Eva.
—¿Por qué llegaste tan tarde a clase? — preguntó molesto mientras fruncía el ce