Piero accedió sin vacilar, solo temía que Rafael intentara desviar la atención del asunto porque apoyaba a Belén. Aun así, era bueno que estuviera dispuesto a investigar. Desde su punto de vista, ese no fue un acto de defensa propia; sin duda, ella lo había comenzado. Después de todo, incluso tuvo las agallas de burlarse de él, sin mencionar cómo trataba a los demás.
«Una estudiante como ella jamás debería haber sido aceptada en la universidad de Distrito Imperial».
Durante la clase de ambientación, Belén bostezó unas cuantas veces, miró a su alrededor y vio que Eva la miraba, divertida, ante lo cual levantó la ceja y la miró con una sonrisa. La expresión de la joven se convirtió en una expresión de disgustos y apartó la mirada.
La puerta de Laura se abrió de repente y Eva miró entusiasmada, al igual que Belén. Piero entró al aula, seguido de Rafael y el decano; todos tenían expresiones adultas. Belén posó una sonrisa, ya que había esperado mucho tiempo, y al fin todos estaban a