Belén se reclinó en la silla y miró a Rita de forma enigmática.
— No hice nada malo en primer lugar y lo único que quería era una simple disculpa. Así que, señorita Rita Aragón, ¿en qué me excedí? De todos modos, esto no tiene nada que ver contigo, ¿O sí? Además, el señor Burgos ni siquiera tuvo la oportunidad de hablar y no estoy segura de si es apropiado que te entrometas en este momento. Solo le pido que se disculpe conmigo, y la manera en que lo pusiste fue como si le pidiera que me suplicara perdón de rodilla o algo así.
Bobby chateó los dedos y señaló a Rita.
—¡Exacto! ¿Quién eres para hablar en su nombre?
—¡T–tú…! ¡No! Solo intento… — Rita se sonrojó y su rostro se puso tan rojo como un tomate.
—¡Suficiente! — gritó Piero—. Rita, no tienes nada que ver con esto. Por favor, toma asiento.
Colmada de vergüenza, frunció los labios y se sentó a regañadientes. Piero respiró profundo y miró a Belén.
— Belén, te pido disculpas por haberte regañado sin tener una idea clara de lo