Belén se enderezó y sacó su teléfono del bolsillo a la velocidad de la luz.
«¿Es un mensaje de Daniel? ¿Al fin tiene tiempo de responder mis mensajes?».
En ese momento, tenía una mezcla de ira y felicidad, pero, para su pensar, era un mensaje del grupo de chat de sus compañeros de clase, no era de Daniel.
“Todos tienen que regresar a clases antes de las seis. Olvido retirarse o faltar a clase"
Era bastante evidente que la última oración iba dirigida a alborotadores como Jaime y ella. Al ver que el mensaje no era de Daniel, Belén sintió un inexplicable sentimiento de desilusión y frustración. A continuación, dejó escapar un gran suspiro y volvió a guardar el teléfono en el bolsillo, y después de decirse a sí misma que no debía pensar de más, y se dirigió al aula.
Había comenzado atardecer y el cielo se veía espléndido con su luz tornasolada. Unos instantes después, Belén llegó al aula y la hermosa luz acentuaba su belleza. Su llegada había hipnotizado a sus compañeros al punto de