Capítulo sesenta y ocho: Sin protección.
Esa tarde, fuimos directo a la casa de Austin. El camino fue largo. O al menos lo sentí así porque tenía muchas ganas de orinar y me daba vergüenza decirlo mientras estábamos en el coche.
Nos detuvimos frente a una mansión. Esperé ver muros alto y electrificados como en la casa madre, pero fue todo lo contrario. Era una mansión moderna, no había portón, solo un camino de piedra lisa que nos conducía a través de un césped bien cuidado. El coche se estacionó frente a la casa que estaba hecha principalmente de paredes de vidrio. Estábamos cien por ciento expuestos.
Para llegar aquí tuvimos que subir una montaña. No había portón, ni paredes, ni sistemas de seguridad avanzada cuando entramos, tampoco quedaba cerca de otra casa que podría ser el centro de control de los guardias.
Creía que lo único que nos iba a proteger eran la docena que guardias que nos siguieron en unas minivan. Dentro de la casa, ellos estaban unos pasos detrás de nosotros.
En estos momentos, no me podía perm