Capítulo sesenta y nueve: Cena.
El restaurante era ostentoso, con música ranchera, no de las que se utilizaría en una fiesta para emborracharse, estas eran más suaves. Tomamos asiento y debía admitirlo, estaba nerviosa.
―¿Cómo te sientes? ―preguntó Austin a los pocos minutos.
―Bien ―dije sin más, no sabía cómo seguir la conversación.
Un mesero intervino para tomar nuestra orden.
―Unos tacos al pastor y para la señorita… ―Me miró por pocos segundos, con diversión―, lo más picante que tengas en el menú.
Me sonrojé y el mesero se fue. La sonrisa pícara de Austin se expandió.
―Esperemos que no te dé dolor de estómago esta noche, reservé un hotel―Me guiñó el ojo.
Sí, la parte negativa de comer picante es el dolor de estómago que este causa.
―No quiero saber lo que tienes planeado ―respondí riéndome.
―Oye, estoy intentando actuar sensual y tú lo arruinas riéndote de esa forma ―Me siguió el juego.
Me carcajee con ganas.
―Lo siento, pero es muy difícil que me tome el comentario seriamente si hablas de las