Capítulo 48. La furia de Henry.

Narrador omnisciente:

Henry no había nacido para liderar, pero había aprendido a sobrevivir. No era un Alfa, ni siquiera un hombre digno de respeto en los términos de las manadas. Lo suyo siempre fue el veneno de la palabra, la mentira calculada y la capacidad de señalar la debilidad de los demás para convertirla en un arma.

Por eso, cuando llegaron las noticias de que Clara había despertado su poder, Henry no lo celebró como una oportunidad cualquiera. No, para él era la confirmación de que el destino le debía algo, de que tarde o temprano todo regresaría a sus manos.

La noticia le llegó por un informante al que pagaba con sobras de lo que robaba en las aldeas. El hombre apenas terminó de hablar cuando Henry se levantó de golpe, derribando la mesa donde había botellas vacías y mapas arrugados.

—¡Sabía que no era un mito! —escupió, los ojos enrojecidos de furia—. La hija de Every lo heredó… ¡esa maldita lo sabía y lo ocultó muy bien!

El mensajero