Capítulo 31. La primera cacería.

Narrador omnisciente:

El aviso llegó a media mañana. Un guardia de la muralla informó que había visto movimientos extraños en el lindero norte del bosque: tres figuras se habían acercado demasiado, observando el castillo antes de retirarse con rapidez. El informe coincidía con los rumores de que Henry mantenía espías infiltrados en la zona, y la paciencia de Hugo se agotó de golpe.

En la sala común, donde se reunían para discutir las defensas, el ambiente se cargó de tensión en cuanto él se levantó de la mesa con un golpe seco.

—Ya basta de esperar a que ataquen primero —dijo con voz dura—. Hoy vamos a cazarlos nosotros.

Elías lo miró con cautela. Sabía reconocer ese brillo en sus ojos: era la furia que llevaba días acumulando.

—Hugo, no podemos salir a lo loco. Necesitamos un plan —intervino.

Pero Hugo ya estaba recogiendo el cinturón con armas.

—El plan es simple: atraparlos, interrogarlos y terminar con esta farsa.

Clara, sentada en un rin