Capítulo 119.

Habían pasado varios días desde mi pequeña charla con Rose. Desde entonces habíamos hablado, pero no me había dado ninguna pista sobre Elías ni sobre su importancia.

Acababa de dejar a los niños con Erika cuando me dirigí hacia el despacho. Nada más poner un pie en él, un mensajero llegó de manera acelerada.

Me dio la carta y se marchó corriendo. Cuando vi el sello del Consejo del Sur estampado en el sobre, supe que algo andaba mal.

Nadie interrumpe la rutina de una dirigente sin motivo serio. El mensaje era corto, directo y tan impersonal que resultaba amenazante: debía presentarme de inmediato. No me decían nada más, solo que tenía que presentarme lo antes posible.

Me senté junto a la ventana con la carta abierta sobre las rodillas, mirando cómo los soldados entrenaban. En verdad, mi vida iba a ser siempre así. Era verdad que mi vida como nueva era una mierda, pero como reina no parecía ser mucho mejor. Los problemas no dejaban de acecharme y el miedo y la inquietud se