Capítulo 9. Pov Calen: Me desperté al notar la luz colándose por las ventanas. El día de mi cumpleaños había llegado. Nunca me gustó celebrarlo; para mí, siempre fue un día más. Pero esta vez era distinto. Esta vez, quería darle una lección a Every. Me levanté sin prisa, como si fuera un día cualquiera. La sorpresa vendría por la noche... Cuando cayó el sol, todo estaba preparado. Bajé hasta el recibidor y ahí estaba Natasha, esperándome. No se podía negar que era atractiva, y el vestido ajustado que llevaba marcaba cada curva como si lo hubiera diseñado el mismísimo diablo. —Felicidades, amor. Hoy estás fantástico... —dijo con su voz empalagosa. No necesitó más. Se colgó de mi brazo como si fuera un trofeo y empezó a soltar estupideces. Todo lo que tenía de bonita, lo tenía de tonta. Poco a poco, el salón se fue llenando. Si ya era insufrible tener a Natasha pegada como una lapa, peor era aguantar las felicitaciones y los halagos fingidos de los Alfas de otras manadas. Sonrisa
Capítulo 10.Hay ruidos que se te quedan grabados en la cabeza para siempre.El chirrido de unas llaves intentando forzar una cerradura. El golpe sordo de un puñetazo contra la madera. El gruñido animal de un hombre que ya no razona. Todos esos sonidos se mezclaron esa noche y aún hoy me siguen persiguiendo.—¡Ábreme, Every! ¡Maldita sea, sé que estás ahí! ¡No te hagas la lista!Estaba gritando como un loco del otro lado de la puerta. Ya lo había hecho otras veces. Llevaba varios días acechándome intentando conseguir que me doblegara y le diera lo que él quería.Siempre le respondía con las mismas palabras: “Voy a llamar a la policía”. Y eso solía bastar para que se largara dando golpes y soltando amenazas por las escaleras.Pero esa noche fue distinta. Cuando grité que iba a llamar a la policía, se calló. Así, de golpe, de repente no podía escuchar nada, no se escuchaba ni un solo ruido al otro lado de la puerta.Tragué saliva y me acerqué hasta la mirilla, con el corazón latiendo a
Capítulo 11. Pov Calen: Cuando la vi hecha un ovillo en el suelo, lo primero que sentí fue molestia. No era rabia ni tan siquiera pena. Solo molestia, porque estaba donde no debía, porque me estaba complicando la vida al huir de mí y porque verla así removía algo dentro de mi que prefería mantener enterrado. Estaba temblando, sucia, con la ropa rasgada y la fiebre haciéndole brillar la piel como si estuviera a punto de prenderse fuego. El olor a miedo que desprendía era tan fuerte que tuve que hacer un esfuerzo por no fruncir la nariz. Aun así, la levanté. Porque era lo que tenía que hacer, porque alguien tenía que hacerlo. Y ese alguien, aunque me jodiera admitirlo, era yo. No dijo nada. Ni siquiera abrió los ojos. Solo se aferró un poco a mi camisa, como si su cuerpo reaccionara por instinto. No me gustó sentirla tan frágil, tan rota, tan apagada. —Vamos —murmuré, con desdén. La subí al coche y la recosté como si fuera una muñeca, una de esas que estan rotas. Alexander apareci
Capítulo 12. Cuando abrí los ojos, lo primero que pensé fue que estaba soñando. Me costaba distinguir la realidad del recuerdo: el ataque que había sufrido por parte de mi padrastro, la sangre goteando, Calen apareciendo para salvarme de aquel ser inmundo, los gritos, los golpes y aquella maldita sensación de terror emanando por cada poro de mi piel. Parpadeé varias veces, desorientada, hasta que reconocí el entorno. Estaba de vuelta en la manada, me encontraba en mi dormitorio. Y entonces lo vi. Sentado en una silla junto a mi cama, con una carpeta entre las manos, concentrado, como si estuviera revisando documentos importantes. Era él. Era Calen. En ese momento no me atreví a decir su nombre en voz alta, por miedo a que todo fuera un sueño. Sin embargo, debió notar el cambio en mi respiración, porque dejó los papeles de inmediato y se inclinó hacia mí. Me quedé inmóvil, sin saber si fingir que dormía o levantarme de golpe. Pero no tuve tiempo para tomar una decisión. Calen apoyó
Capítulo 13. Pov Calen: Bajar a la mazmorra no era la cosa más agradable del mundo, el aire aquí abajo estaba cargado de humedad y de podredumbre. Aún así me otorgaba poder y me recordaba que aquí el que mandaba era yo. Caminé lentamente por el pasillo, mis botas resonaban sobre el suelo de piedra. Escuché un quejido ahogado, seguido de una tos cargada de flema y dolor. Mis hombres sabían lo que hacían. Nunca me decepcionaban. —¿Aún respira? —pregunté al entrar a la celda. El guardia asintió sin mirarme a los ojos. —Respira… apenas si lo hace. —Bien. Me acerqué al rincón donde lo tenían colgado. Las cadenas lo sujetaban por las muñecas, sus pies apenas tocaban el suelo. La sangre le corría por los brazos, manchando su camisa rota. El ojo izquierdo se le cerraba por la hinchazón, y el derecho apenas lograba enfocarme. Pero aun así, sonrió. —¿Así es cómo tratas a la familia política, majestad? —dijo con la voz rasgada, escupiendo un poco de sangre—. Pensé que el rey del Norte
Capítulo 14. Todavía no me acostumbraba al silencio de estas paredes. Al principio me reconfortaba, como si pudiera esconderme dentro de él y fingir que el mundo se detenía. Pero ahora... ahora solo podía sentir preocupación. La puerta se abrió sin previo aviso, y Erika entró con una bandeja entre las manos. Caminaba despacio, como si no supiera cómo saludarme, y por un segundo me pregunté si estaba soñando. —Estás viva —murmuró, dejándola la bandeja sobre la mesa. La miré en silencio. Tan solo habían pasado dos semanas desde que me había ido. Ella había sido una de las pocas sirvientas que no miraba con desprecio. A quien había salvado de un castigo cruel por parte de Calen, y quien más tarde, con manos temblorosas, me había ayudado a escapar. —Hola —dije, y me obligué a esbozar una pequeña sonrisa. No se acercó más. Solo se quedó de pie, con las manos juntas, como si aún no supiera si tenía permiso para quedarse. —No pensé que volverías —confesó. —Ni yo —respondí, bajando la
Capítulo 15. Lo había estado pensando durante horas, ya no aguantaba más esa situación. Me iría y está vez él no sería capaz de encontrarme. Abrí la puerta de mi habitación y salí al pasillo, a esa hora todos deberían estar dormidos. Me temblaban las manos. El abrigo lo llevaba a medio poner, una manga colgando, los botones mal abrochados y el corazón acelerado, golpeando fuertemente mi pecho como si quisiera salir corriendo de allí antes que yo. Lo único que tenía claro era que no podía quedarme ni un segundo más allí. No después de verla. No después de confirmar que, efectivamente, él iba a casarse con otra. Pero para mi desgracia no pude llegar muy lejos. —¿Qué demonios es lo que quieres, Every? —dijo Calen realmente enfadado. Su voz me dejó paralizada por completo. Lo vi en el umbral del pasillo, con esa expresión dura, tensa, como si apenas estuviera conteniéndose. No era el mismo Calen indiferente de siempre, al menos no del todo. Esta vez había algo más en su mirada, una
Capítulo 16.Me hubiera gustado decir que fui fuerte. Que logré mantenerme firme desde el principio. Que mi cuerpo no tembló cuando sus labios rozaron los míos, ni que me aferré al borde de las sábanas con fuerza. Pero mentiría, a Calen siempre le costaba tan poco que yo cayera rendida a sus encantos como una boba.Su olor… ese maldito aroma embriagador que no importaba cuántas veces intentara ignorar, se metía en mi piel como una droga. Su boca buscándome, sus manos firmes tomándome de la cintura. Durante un segundo, solo un maldito segundo, deseé dejar de resistirme. Entregarme a él y olvidarlo todo. Olvidarme de todo lo malo y dejarme llevar por las sensaciones que el me ofrecía en esos instantes.Pero entonces un flash recorrió mi mente, en ese momento sentí como si un balde de agua fría se derramaba sobre mi.En mi mente apareció el rostro de Natasha, su cuerpo de diosa, su sonrisa perfecta, el brillo de sus ojos… y en ese mismo instante me obligué a mí misma a apartar a Calen.—