Me aferré aún más a sus hombros cuando se inclinó hacia delante conmigo entre sus brazos, pegando mi pecho al suyo sin dejar un milímetro de distancia. Su piel ardía demasiado, y eso me preocupaba.
Me separé un momento, jadeando y mirándolo a los ojos—¿Estás seguro de que no tienes fieb…? —
—Solo cállate—gruñó antes de volver a besarme con ganas.
Su lengua se deslizó sobre la mía y me estremecí cuando su mano ascendió sobre mi espalda.
Cuando me acomodé un poco más, intentando aliviar mi cuerpo tenso y deseoso, él soltó un jadeo ahogado que me afectó explosivamente. Mi entrepierna estaba justo sobre su bulto, y demonios… se sentía tan bien.
—Mierda—susurró, dejando de besarme y presionando su frente sobre mi hombro.
—Blake, estás demasiado caliente.
—Amy…—dejó un pequeño beso sobre mi cuello y suspiró—No tienes una jodida idea.
Eché mi cabeza hacia atrás cuando sus labios siguieron torturando ese lado sensible.
—¿Amy? ¿Estás segura?
Tragué saliva y bajé la mirada hasta sus ojos azulad