El ambiente feo y oscuro de aquel viejo edificio, estaba cargado de tensión y muchas expectativas. Luis Fernando y Grecia ya se encontraban frente a la puerta del apartamento en donde podía estar la supuesta hija de Laura. Habían recorrido un largo camino en busca de esa niña, y cada paso que daban los acercaba aún más a la verdad. Al tocar el timbre, sus corazones latían con fuerza, conscientes de que detrás de esa puerta podría estar la respuesta a todas sus preguntas.
Cuando la puerta del apartamento se abrió, apareció una pequeña niña de cabellos rubios y ojos hermosos de un verde intenso, como esmeraldas brillantes. Luis Fernando y Grecia se quedaron boquiabiertos ante la impresión. A simple vista, era evidente que ella era la hija de Laura. Sus ojos, su cabello y el tono de su piel eran un reflejo de su madre; era como ver a Laura en persona, pero en una versión diminuta.
—Hola, ¿y ustedes quiénes son? —preguntó la niña, mirándolos con curiosidad mientras ambos la observaban inc