Grecia miraba a su alrededor con asombro. Las paredes del apartamento estaban pintadas en tonos suaves, y la luz del sol se filtraba a través de las grandes ventanas, iluminando cada rincón.

—¿Y esto? —preguntó intrigada, sin poder contener su curiosidad.

—Pues… esto es nuestro nuevo hogar. ¿Qué te parece? —respondió Luis Fernando, con una expresión de felicidad que iluminaba su rostro.

—Está hermoso —decía ella, incrédula, mientras caminaba por cada rincón, admirando los detalles del apartamento. Todo estaba completamente amueblado con un gusto exquisito, desde los elegantes sofás hasta las obras de arte que adornaban las paredes.

—No puedo creerlo, está precioso —continuó observando, su mirada reflejaba la felicidad y la emoción que sentía.

—Me alegra que te guste, mi amor. Lo conseguí pensando en ti —dijo Luis Fernando, tomando a Grecia por la cintura y besándola en los labios con ternura.

—Pero… ¿cómo hiciste para encontrarlo en tan poco tiempo? Yo que trabajo en la in